El Adelantado de Segovia
viernes, 28 noviembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

Será la autopsia la que revele la causa del fallecimiento del vecino de Velarde

por El Adelantado de Segovia
19 de agosto de 2021
en Segovia
Inmueble en donde se halló el cadáver. Kamarero.

Inmueble en donde se halló el cadáver. / Kamarero.

Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

Detenida la exabadesa de Belorado por presunta apropiación indebida de bienes históricos

Tres detenidos por introducir pelotas de tenis con droga y teléfonos móviles en la Cárcel de Segovia

Dos detenidos y un investigado como presuntos autores de robar efectos en explotaciones agrícolas y talleres mecánicos

Será la autopsia la que determine la causa del fallecimiento del varón de 68 años encontrado en la tarde del miércoles muerto en su domicilio de la Calle Velarde de Segovia, enfrente del Jardín de Maurice Fromkes.

Tal y como informó este periódico en el día de ayer, hacia las 20,30 horas de la tarde del pasado 17 de agosto efectivos de la policía local entraron en el inmueble habitado por la persona fallecida a requerimientos de la propietaria de ese piso y de buena parte del edificio. También se encontraban presentes miembros de la policía nacional. Hacía días que la casera había observado la luz de la vivienda encendida, lo que le llamó la atención. La persona era muy reservada y según algunas fuentes solía acompañarse de un bastón en su caminar, lo que hizo que en un primer momento se pensara en una edad superior a la que en realidad tenía. Se da la circunstancia de que hace un año la propietaria había anunciado a un futuro arrendatario que la vivienda anexa era muy tranquila porque su vecino era una “persona muy callada y no solía traer amistades a casa”.

Según fuentes de los propios vecinos, fue la casera la que, con su llave, facilitó la entrada de la policía al no recibir contestación a las diferentes llamadas al timbre que se practicó. La policía entró la primera, y ante el olor que desprendía el piso, le dijo a la propietaria que no pasara, requiriéndose la presencia del forense y después del juez de guardia que procedió a levantar el cadáver.

Las especulaciones sobre el tiempo que llevaba muerta la persona se levantaron enseguida. Según algunos vecinos, hacía semanas que no se sabía nada de él, y se habían acumulado algunas notificaciones en el buzón. Al tener el pago del arrendamiento domiciliado, no había alertado impago alguno. La persona no tenía problemas económicos y gozaba de buena posición social y cultural.

La Subdelegación del Gobierno en Segovia no quiso revelar datos sobre el suceso hasta que la autopsia pueda arrojar más luz sobre el tiempo que llevaba muerto así como las circunstancias del fallecimiento, aunque siempre según testigos nada hace suponer una muerte violenta por la situación del interior de la vivienda. Lo que no lleva a que se descarten otras hipótesis, como es regla habitual en estos casos. La investigación continuará al menos hasta la realización de la autopsia. Si el resultado es la muerte natural, el domicilio, ahora precitado, será puesto a disposición de su propietaria.


TRIBUNA: Ángel González Pieras

Morir en el olvido

Lo terrible de la soledad es que nadie te eche de menos, que nadie repare en tu ausencia prolongada, que nadie haya creado contigo una rutina de comunicación que te permita salir de ti mismo y compartir las menudencias de la vida y sus aspectos emocionales; de mayor o menor trascendencia, que a estos efectos lo mismo da.

Me pregunto quién sería el último conocido con el que la persona encontrada muerta en la soledad de su casa de Segovia el pasado miércoles compartió una alegría; a quién hizo partícipe de la penúltima pena –que nunca viene sola como ya se sabe-; con quién comentaría el último descubrimiento sobre esas pequeñas cosas de la vida que en última instancia le da tanto sentido a la existencia como la hipotética resolución de sus grandes enigmas.

Es una leyenda que después de pasar una noche con Ava Gadner Luis Miguel Dominguín se vistió con rapidez. Ava le preguntó: “adónde vas”, y él se limitó a contestar: “a contarlo”. En tantas ocasiones una emoción no adquiere su perfección hasta que se comparte, hasta que sale del minúsculo receptáculo que son los centímetros de la piel del cuerpo humano y de las neuronas que la procesan en un primer momento.

En un mundo tan híper comunicado como el actual, supone una paradoja la soledad por la que transitan sus vidas algunos seres humanos. Los núcleos esenciales de socialización: pareja, familia, amigos, comunidad de vecinos, parroquia, club, barrio, ciudad, se difuminan conforme se rompen las estructuras de tiempo y espacio. Probablemente hay amigos a quienes no vemos desde hace años, aunque sepamos su teléfono y su dirección de correo; su instagram y su twiter. Será porque viven lejos o porque la vida es muy apurada y apenas hay tiempo para tomar tranquilamente un trago de agua junto a una fuente, como nos recordaba hace años Saint Exupéry.

Japón ha declarado a la soledad la lacra del siglo, y seguido los pasos que marcó en su día Theresa May al crear un Ministerio de la Soledad. Tracey Crouch, la ministra encargada al efecto en 2018, declaró en su día que en el Reino Unido la soledad era un problema que afectaba a 9 millones de personas, el 13,7% de la entonces población total. En España, los números son también elocuentes: 4,7 millones de hogares son unipersonales y 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas. Hay una cifra que complementa a las anteriores: de esos 2 millones de personas, casi 1,5 son mujeres. Son datos que tienen una fuente precisa: la Asociación estatal de directores y gerentes de servicios sociales. Pero, ojo, nos equivocaremos si creemos que la soledad es solo patrimonio de personas ancianas. O de personas con escasa formación y fortuna; eso que antes se llamaban parias.

Siendo significativas las cifras anteriores, me gustaría saber a cuántas de esas personas les acecha la soledad absoluta, cuántos de esos congéneres nuestros, convecinos de una sociedad madura, hacen de su hogar ya no su castillo, como Cicerón, sino su eremitorio. Y, sobre todo, a cuántos no les queda más remedio que ese modo de vida, puesto que no tienen o no recuerdan a quién pueden recurrir porque el tiempo ha borrado cualquier tipo de huella afectiva.

Que nadie dependa de ti te otorga independencia, que nadie te eche en falta, que nadie te recuerde, que no hayas dejado poso, que a nadie le importes, convierte tu paso por la vida en un caminar estéril, vacío, hueco. Ni siquiera la soledad escogida libremente –“nunca estoy menos sola que cuando estoy sola”, decía Santa Teresa- impide que un caso como el que vivimos el otro día en Segovia nos haga reflexionar sobre muchas cosas de nuestro estilo de vida. Michel de Montaigne se retiró a la soledad de una torre de su castillo con la compañía de sus libros. Rehuyó durante un tiempo el contacto con los en otro tiempo cercanos. Pero en uno de los travesaños del alfarje escribió una frase que distinguía en mucho este momentáneo alejamiento de la sociedad de la renuncia a la condición humana, que es societaria por naturaleza: Homo sum, humani nihil a me alienum puto. Soy humano, nada de lo humano me es ajeno. Solitario pero solidario.

No es, sin embargo, este el caso que nos ocupa. No hablamos aquí de soledad escogida, sino de soledad obligada por las circunstancias. No hablamos siquiera de soledad escogida o de la soledad impuesta por las circunstancias. Hablamos de una cosa terriblemente peor: del olvido.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda