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El Adelantado de Segovia

Arroyo Clamores (I)

por José María Martín Sánchez
15 de agosto de 2021
en Segovia
El Alcázar de Segovia visto desde abajo. / J.M.

El Alcázar de Segovia visto desde abajo. / J.M.

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Su cubrición, apenas 5 kilómetros, se alargó más de un siglo.-La industria lanera, cordelería y pieles adornó su corriente con múltiples lavaderos.- Las huertas de San Millán, porque no había otra agua, fue utilizada de regadera en verano.-Al lavadero de la Dehesa acudían mujeres con sus cestos a limpiar la ropa familiar. Fue aliado necesario en la fuga de presos de ETA de la cárcel…

Podría ser el titular un simple juego de frases para atraer a quien leyere. Sin embargo hay algo más. Ejemplos varios. La referencia concreta es el arroyo Clamores –sobre él van estas líneas-, que inició su recorrido como meandro en el período Cuaternario. Vamos, cuando el Homo Sapiens puso pie en tierra. O así.

Escribe Mariano Grau sobre el Clamores en su ‘Historia de Segovia’: ‘En lo hondo, el arroyo Clamores traza sus curvas por entre una doble fila de chopos gigantes que, pasado el estío, ponen el oro de su sayal en procesión ardiente. Sobre los derrumbaderos del otro lado, dibuja su línea sinuosa una carretera con algo de senda alpina. Y la risa verde del pinar se cuaja en encendido borbotón…’

Sobre el arroyo, su nacimiento, recorrido por la zona alta y demás, tengo un ‘carajal’ (1) de órdago. Mas, y dejando para líneas abajo lo que otros anteriores dejaron escrito sobre el nacimiento del arroyo, sigo la ‘estela’ de Colmenares, González Herrero y Hernández Useros para concretar, hasta donde yo sé, que el Clamores nace a pie de Matabueyes y con meandros que le ceden sus aguas, pasa ‘por bajo’ de la SG-20.

Regando los campos en su caminar encuentra, y prácticamente recorre de arriba abajo, el Prado Bonal, cortado este en dos por la citada carretera, discurriendo en su zona baja entre el Camino de Los Tanques y el que ‘viaja’ a lo largo de Nueva Segovia, partiendo de la Av. Gerardo Diego, y lleva al viajero (‘pa arriba’) hasta el Rancho ‘El Feo’… y más ‘pa arriba’.

En el paso por el referido lugar, Alta Dehesa del Clamores, ha creado una vaguada —escaso caudal en invierno, amplio en verano—, donde – entiéndase como simple anécdota-, acuden a recoger berros para su ensalada muchos segovianos, siendo, también, abrevadero de una amplia ganadería.

Teniendo a un lado el polígono de Baterías y al otro el Lago Alonso, le entra por su derecha el agua de la Acequia del Mercado, al que se la dio aguas arriba, ya dentro de la Finca de Aldeanueva, Navalcaz. Es este el último recorrido del Clamores a cielo abierto. Ahí, a pocos metros del Lago Alonso, donde se construyó un pequeño estanque, entra en su ‘caverna’ bajo tierra, todavía limpia el agua, el cauce del arroyo.

Desde el referido lugar hasta el puente de Valdevilla existe una distancia no menor a 300 metros. Ahí recibe las aguas de la Cacera de Navalcaz. Cauce que desde Valsaín, donde le cede el agua el Eresma, regó parajes y despoblados. Verbigracia (virbi gratia en el latín de mi sacristán favorito): Palazuelos (Pellejeros), Aldeanueva, Revenga, Rosales, Gallocociado…

Desde allí discurría (viaja por bajo) de la Avenida de la Constitución, Santa Eulalia, San Clemente y arrabal de San Millán hasta su salida de la ciudad por el puente de Sancti Spiritu.

En su caminar contaba con 16 puentes en su recorrido. A saber:

—Casa de Mixtos, en la Dehesa de Enrique IV.
—Maestranza.
—Carretera nueva de la Dehesa.
—Calle de Cantarrana.
—Casa Grande entre las calles de Barrihuelo y La Plata.
—Calles de San Antón, Buitrago.
—Puentes de Muerte y Vida, del Verdugo, entre las calles de la Asunción, del Roble, entre las calles del Carmen y Caballares (San Millán), Casa de la Tierra, Rastro, Paseo Nuevo, Sancti Spiritu, Tenerías y Puente del Piojo.

Su cubrición vivió entre 1920 y 1950 su etapa final. El arroyo quedó convertido en desagüe de la ciudad, y con su soterramiento desaparecieron puentes y el paisaje de huertas que, hasta entonces, lo había caracterizado.

En su rastreo por la ciudad discurre por el subsuelo de la Universidad, donde se ubicó la Casa Grande, ‘La Real Fábrica’, y después (1878) el edificio militar. Recordar a este último enunciado que las aguas del Clamores discurrían por el conocido Patio del Lagarto.

Otros informes, otros lugares

En escritos de los siglos XV y XVI: ‘La cacera de Navalcaz deja su nombre en Valdevilla. Desde ahí se llama ‘Clamor” (¿?).

—Diego de Colmenares afirma en su (nuestra) ‘Historia de Segovia’, que ‘El Clamores nace a tres leguas de la ciudad’. (14,4841 kilómetros).

—Antonio Ponz, en su ‘Viaje por España’ en 1787, relata: ‘Antes de entrar en la ciudad caminando desde San Ildefonso (¿?), el arroyo trastea la ciudad camino del río Eresma a los pies mismos del Alcázar. El azar hermana nuevamente sus aguas con las que descienden de Balsaín donde nace la cacera. Argumentos sanitarios fueron soterrando su paso hasta ocultarlo definitivamente’ ¿Se refiere a Navalcaz o al Clamores?

—Hernández Useros sitúa su nacimiento (Clamores), en las estribaciones de la cordillera ‘en la cercanía del Cerro Matabueyes’.

—Manuel González Herrero, lo ubica en la ‘Dehesa del Alto Clamores, en el Prado Bodonal o Bonal’.

—En las Bases del Reglamento ‘para uso y aprovechamiento de la cacera de Navalcaz…’, año 1867, se describe: ‘Desde el día 1 de cada año hasta aguas nuevas (1 al 15 de septiembre), todas las aguas de la cacera llevarán su curso natural por el arroyo Clamores a Segovia’.

—En el año 2007. Entre las obras realizadas (sobre todo), en el Lago Alonso se ecuentra ‘la recuperación, en la Dehesa del alto Clamores, del cauce de su arroyo’. Zona de Nueva Segovia, lugar por donde discurre, también, el Cordel de Santillana.

Retazos del ‘río’ de la ciudad. Un siglo, el XIX

A su entrada en la ciudad molturó harinas en la fábrica La Estrella, y en mismo recorrido proporcionó vida a los habitantes y a la extraordinaria cabaña ganadera y agrícola del arrabal del Mercado, que contaba con acequia propia, del agua, un quinto, que le prestó Navalcaz.

Su recorrido total por la ciudad no supera los cinco kilómetros. Su caudal como arroyo siempre fue modesto. Así, y en los buenos tiempos, su aportación al Eresma no superaba los ¿300 litros? por segundo.

Sus aguas sirvieron para lavar (2) la ropa de las familias menos pudientes, que en la ciudad eran las más. También para que las trabajadoras lavanderas obtuvieran su salario, por ejemplo, dando ‘vida nueva’ a las lanas de la Real Fábrica de Paños, de Laureano Ortiz de Paz, ‘movió’ con su caudal dos fábricas de papel, una de chocolate y pasta y fue esencial en el trabajo de ‘pulir’ las pieles en las Tenerías… fue vida fue un bien para la ciudad —también causó muertes y destrozos—, hasta que, recogiendo basura en su cauce acabó como arroyo maloliente que, con su cubrición, evitó enfermedades a la población.

Sus problemas llegaron cuando formó parte del ‘embrollo’ de la ciudad de Segovia, en cuyo mapa se integró. Dado que el arroyo discurría por el cogollo de la población, no se ‘encontró’ lugar más natural a su paso que ‘re-conducir’ —sin tener que realizar costosas conducciones—, las aguas sucias hacía el cauce del Clamores. De ahí lo de ‘clamor’. Nombre que puso en escena González Herrero (‘Vida y muerte del río Clamor’ 1997), y lo de ‘mierdero’, como apellido popular.

Lo que se describe entiéndase como normal en la época. El Carpetano cuenta: ‘el Ayuntamiento contrata obreros con la finalidad de limpiar el cauce del arroyo a fin de quitar el lodo y cieno’. La ‘obra’ habría sido efectiva si los que extraían del Clamores no lo hubieran dejado en las orillas, para que el agua lo volviera a depositar en su lecho. Preguntado el alcalde, Torre Agero, por el situación contestó: ‘no disponemos de más dinero para pagar otros obreros que recojan lo que se saca del arroyo’ (¿?).

Año 1831. Cuando de temas, siempre económicos, del arroyo se trataba, surgían problemas para el Ayuntamiento. Así, siendo alcalde Pedro Rincón, se toma el acuerdo de dedicar 85.000 pesetas para arreglar desperfectos en Santi Spíritu y ‘cubierta en el lugar del Arroyo Clamores’. Cuando la obra estaba iniciada el Banco de España no permite a la Ciudad el uso de la cuenta de crédito que hasta entonces tenía abierta. Otra larga espera de la obra hasta que el Banco se ‘compadece’.

Del mal, el menor, pues si se hubiera consolidado —por esas mismas fechas de 1883—, la debatida idea en el Ayuntamiento de levantar una presa junto al puente de Muerte y Vida, le habrían dado la ‘puntilla’. La pestilencia y enfermedades de la ciudad habrían aumentado con la retención de las aguas. Sobre su posible construcción hubo recurso de la autoridad militar ante el gobierno de la ciudad.

Año 1885. Pasó una tarde, pasó una mañana… la Ciudad encarga a Joaquín Odriozola —extraordinario su trabajo de arquitecto para la vida y mejora de lo ciudadano—, realizar el proyecto del encauzamiento y cubierta (‘con bóveda de ladrillo y piedra del arroyo Clamores’) desde las proximidades del Puente de San Antón y Muerte y Vida. El presupuesto fue de 268.206 pesetas. En la partida se incluían las expropiaciones necesarias para realizar la obra.

Entre 1893 y 1894 se invierten 38.500 pesetas en el paso del arroyo por el arrabal de Santa Eulalia. La última parte de este trabajo, zona Muerte y Vida-Buitrago , fue realizada por el contratista de construcción, Mariano Polo. En ese mismo año, el de la epidemia de cólera en Segovia, la pestilencia que circulaba por el arroyo agravó el problema que padeció la ciudad.

Fue en 1898 cuando se acaba gran parte de la obra de cubrición del sector de San Millán, que se culmina en 1910 con la última fase de este lugar. En el referido barrio, entre otras muchas actividades artesanales, existía el gremio de los ‘Barreros’. Estos se dedicaban a sacar negro barro del arroyo y venderlo después a los que, con el, fabricaban utensilios de cerámica. Hubo en el barrio una calle dedicada a ellos, a los barreros.

Pese a que la ciudad quería que el soterramiento fuera rápido, al arroyo no se dedicaba todo el ‘cariño’(dinero) que necesitaba. Había que cubrir, también, otras necesidades. Como ejemplo: un acuerdo de la Corporación de 1901 había dotado de 18.000 pesetas para ‘tapar’ una de las partes del cauce. Dos semanas después el dinero cambió de sentido ‘para aplicarlo a que pueda ocuparse mayor número de jornaleros para otras actividades desde el Ayuntamiento’. Nueva espera.

Año 1920. El resto, incluido lo proyectado pero no realizado, se emprenderá en el citado año de forma más intensa y efectiva. Preside la alcaldía Pascual Guajardo Sánchez. En este tiempo, el ayuntamiento se implicó de forma total en impulsar la cubrición. Decisión municipal muy acertada, que libró suelo urbano en el centro de la ciudad y ganó salubridad en todo su entorno.

Benito de Castro, arquitecto municipal interino en ese tiempo, había presentado, a petición de la alcaldía, el proyecto completo para la cubierta total, ‘Para ello se dedicará –así lo reflejaba el acuerdo de 13 de enero de 1922-, la décima parte de lo que se recaude de las contribuciones urbana, industrial y de comercio’. Con las referidas contribuciones de conseguía un montante recaudatorio de 330.000 pesetas.


(1) ‘Situación liosa, confusa, compleja o desparramada’. Fundeu
(2) Los lavaderos ocupaban la zona de lo que hoy son las calles General Santiago y La Dehesa, con una amplísima pradera. Zona anterior a la llegada del Clamores a la Real Fábrica de Paños Superfinos.

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