En el barrio de San Lorenzo las nuevas generaciones están aburridas de oír hablar a sus mayores “de cuando se escaparon los toros de los encierros”. La primera vez fue dos años después de estrenar esta tradición taurina para las fiestas patronales de agosto, en 1989, cuando dos reses consiguieron salir del recorrido y sembraron el pánico en la ciudad hasta que fueron abatidas por la Policía Nacional.
La otra, quizá más recordada, por ser más reciente y porque incluyó un suceso sorprendente, “el salto al vacío” de uno de los novillos desde el puente de San Lorenzo al río, fue el 9 de agosto de 1996. Desde entonces, es fácil que cualquiera que visite el barrio por vez primera, al llegar a este punto del que puede considerarse núcleo histórico de San Lorenzo, escuche eso de “por aquí se tiró un toro”.
El encierro había transcurrido con normalidad, desde las 9.15 horas, pero al llegar los primeros novillos a la plaza de toros, en la calle del Cardenal Zúñiga, dieron media vuelta, ya que no se cerraron las puertas del coso al permanecer otras reses en el recorrido. Hicieron la carrera en sentido inverso hasta llegar al puente, donde uno de ellos saltó al vacío y murió tras golpearse con las piedras del cauce del río. Otros dos consiguieron levantar una de las talanqueras próximas a la calle de San Cristóbal y salieron del recorrido del encierro por Anselmo Carretero para llegar a Vía Roma, donde fueron desviados por agentes policiales a la calle Riaza y, desde allí, a las laderas del río, donde finalmente fueron abatidos a tiros a las 10.30 horas.
