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Mariano

por Pablo Martín Cantalejo
10 de agosto de 2021
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-¿Tu afición a investigar sobre personas y sucesos te viene desde la jubilación?- Le preguntaba hace unos años a Mariano Gómez de Caso Estrada.

-No; creo que de siempre lo he llevado conmigo, porque cuando trabajaba como funcionario de Correos ya hacía mis pinitos en las hemerotecas, bibliotecas y archivos.
-¿Y la preferencia sobre Ignacio Zuloaga?

-También muy de antaño. Un día, allá por el 1980, di una conferencia sobre él y su obra en Barcelona. Casualmente asistió a ella María Rosa Suárez Zuloaga, a la que no conocía. Se presentó como nieta suya y me dijo que nunca había oído tantos datos sobre la vida y obra de su abuelo que en esta charla, y que si no me importaría repetirla en Zumaya.

En efecto, pasado un tiempo la repitió, momento en que la familia del pintor le reconoció como la persona que más sabía sobre la obra y vida del artista vasco. Y le hicieron responsable del archivo familiar que se conserva en la Casa Museo de aquella localidad.

Las investigaciones sobre Ignacio Zuloaga las siguió Mariano con mayor interés y dedicación, y de ahí surgió, en 1993, el primer libro relacionado con él, bajo el título “5 pintores vascos en Segovia”. Como Mariano fue, durante más de 25 años, un constante colaborador de la Obra Social y Cultural de la desaparecida Caja Segovia, a iniciativa suya se celebraron dos exposiciones sobre Ignacio Zuloaga en el Torreón de Lozoya, los años 1984 y 1993, ambas comisionadas por él.

Su conocimiento sobre el pintor llegó al extremo –me contaba en una ocasión- que algunos propietarios de obras supuestamente suyas, ante la duda de autenticidad, le enviaban fotografías de las mismas o le invitaban a conocerlas personalmente para saber su opinión.

Pero Mariano, cuyo conocimiento mutuo se remonta a los años de estudiantes en el colegio de HH. Maristas en la calle de San Agustín, no fue solamente un gran investigador y autor de libros, porque de aquellos publicó creo que una decena, el primero ya citado en 1993 y el último, en el 2016, sobre “María de Pablos Cerezo, compositora”; también publicó artículos de investigación en numerosas revistas españolas y extranjeras, entre ellas, este periódico y la revista “Estudios segovianos”, de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, cuya colección completa conservaba, pues la inició su padre, ocupando una estantería de su estudio-despacho de trabajo. Precisamente la Real Academia, atendiendo a sus méritos de investigador y divulgador de la cultura segoviana, le nombró en el año 2013 académico honorario.

Mariano fue, durante una larga etapa en la que el juego del ajedrez estaba de moda en España y en Segovia, un gran jugador de esta especialidad; también fue entusiasta de la música, y dio clases de violín con don Aurelio Hernández, fundador de Radio Segovia; no se perdía ni un concierto de la Sociedad Filarmónica, a los que asistía invariablemente desde una butaca de la primera planta en el Teatro Juan Bravo.

Asimismo ha destacado en otra faceta artística, la fotografía: conserva miles de diapositivas especialmente de nuestra provincia, que me dijo pensaba donar a alguna institución local para que no se perdiera tan rico material gráfico.

En el antiguo ordenador que utilizaba en su estudio, y en cuyo manejo, recordaba, le había enseñado mucho su hijo Marianito (cuyo repentino fallecimiento le afectó profundamente) conserva también muchas fotografías y numerosas “carpetas” conteniendo cartas, escritos y documentos de personas e instituciones españolas y extranjeras a las que consultaba buscando nuevos datos sobre los temas que investigaba en el momento.

Varios años atrás comenzó a verse dificultado a caminar, por lo que utilizaba su propio coche para cualquier desplazamiento obligado; cuando dejó de conducir acudía al taxi. Con frecuencia conversábamos por teléfono, para contarme a veces sus proyectos o para pedirme que yo intentara buscar algún dato determinado que no lograba encontrar. De ahí que también me enviara –y están en mi archivo- artículos y narraciones sin publicar, que escribía sobre los recuerdos de su buena memoria. Ejemplo: “Relojes en Segovia”, “Una sentencia de mi amigo Don N.N.”, “Un trueno en el cine Cervantes” y “Las unidades eléctricas”, este último relato sobre sus experiencias en los años que como ambulante del Servicio de Correos, realizó viajes en el vagón-correo de trenes entre Segovia y Medina del Campo, “con frío, con cara y manos llenas de carbonilla, con la luz de un quinqué”, hasta que se electrificó la línea en 1968.

En los últimos tiempos me exponía su preocupación por la pérdida gradual de la vista y el temor a una posible intervención quirúrgica en ella. Mi última conversación telefónica con Mariano fue, creo, el 31 de Julio; la interrumpió otra llamada que le hicieron por el móvil, pero en nuestra breve charla noté algo extraño en su voz, al tiempo que de nuevo se lamentó por los problemas de la visión. Volví a llamarle el 4 de Agosto, pero fue su hija Lita (Fuencisla, religiosa dominica) la que me dijo que su estado era crítico. En efecto, fallecía esa misma noche.

Descanse en paz el gran amigo, ejemplar valedor de la cultura segoviana.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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