Sebastián Piñera asumió ayer la Presidencia de Chile en una breve ceremonia a la que asistieron siete presidentes de países latinoamericanos y el Príncipe Felipe de Borbón, y que estuvo marcada por varias réplicas del terremoto del pasado 27 de febrero.
El acto en el que el conservador Piñera, de 60 años, fue investido como el trigésimo octavo mandatario de Chile se celebró en el Salón de Honor del Congreso, en el puerto de Valparaíso, a 125 kilómetros de Santiago.
El nuevo dirigente recibió la banda presidencial que durante cuatro años ostentó la socialista Michelle Bachelet de manos del jefe del Senado, Jorge Pizarro, mientras se sucedían las réplicas del movimiento sísmico.
En un período de 27 minutos tres fuertes temblores, de 7,2, 6,9 y 6 grados de magnitud en la escala de Richter sacudieron el centro y sur de Chile e hicieron mostrar rostros de preocupación entre los asistentes a la investidura, algunos de los cuales incluso amagaron con levantarse y salir.
La líder saliente, Michelle Bachelet, caminó hasta su puesto mientras el suelo y el edificio eran sacudidos, pero se mantuvo firme.
En su primera medida tras tomar posesión, Piñera declaró el estado de catástrofe en la región de O’Higgins, en cuya costa se localizó ayer un seísmo de 7,2 grados, y ordenó desplazar allí a las Fuerzas Armadas para garantizar la seguridad ciudadana.
Poco después, la Armada emitió una alerta de tsunami y recomendó a la población de las localidades costeras que se dirigiera a lugares en altura entre las regiones de Coquimbo, a 500 kilómetros al norte de la capital, y Los Lagos, a 1.000 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Mientras, en la capital chilena, el palacio presidencial de La Moneda fue evacuado debido a la caída de cornisas.
En Valparaíso, agentes de los Carabineros recorrieron las calles avisando a los ciudadanos de que se dirigieran a la parte alta de la ciudad, y también el Congreso fue evacuado como medida preventiva una vez finalizada la investidura del nuevo presidente.
Sin embargo, los movimientos telúricos no interrumpieron la toma de posesión de Piñera.
La ceremonia dio comienzo con la entrada al Congreso Nacional de la dirigente saliente, Michelle Bachelet, que entregó la banda presidencial a Jorge Pizarro, que poco antes había asumido como nuevo mandatario del Senado.
Antes de su investidura, Piñera saludó a los jefes de Estado y personalidades invitadas, entre ellas los presidentes de Perú, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Argentina, Colombia y Bolivia, así como el heredero de la Corona española, el príncipe Felipe de Borbón.
«Sí, juro», respondió Piñera cuando Pizarro le tomó el juramento de rigor, y, acto seguido, Bachelet abandonó el salón, acompañada de sus ministros, en medio de una gran ovación.
Después de escuchar el himno nacional, Piñera invistió a los 22 miembros de su gabinete ministerial, entre los que figuran numerosos independientes que han desarrollado su labor en la empresa privado y solo ocho son militantes de partidos de derecha.
Tras esta breve ceremonia, el presidente del Senado levantó la sesión y Piñera, junto a la primera dama, Cecilia Morel, abandonaron el Congreso y se subieron a un automóvil descapotable para trasladarse al palacio presidencial de Cerro Castillo.
A su llegada, el nuevo mandatario pidió a la población que tome las medidas preventivas ante los temblores. «Uno tiene sentimientos encontrados. Estoy emocionado y feliz, pero también soy consciente que estamos viviendo tiempos de mucha tragedia, dolor y sufrimiento», manifestó.
Al mismo palacio llegaron también los jefes de Estado y de Gobierno invitados, pero el almuerzo oficial previsto se canceló porque Piñera quiso partir rápidamente a la ciudad de Rancagua, afectada por las últimas réplicas.
