Un 1 de octubre del 16, Día del Caudillo durante la dictadura, el PSOE celebró el Comité Federal que acabó con Sánchez fuera de la Secretaría General. Fueron trece horas de furia, gritos, carreras… Compañero traidor, compañero vendido. Una guerra entre amigos de los que tienen llaves de tu casa, de los que llamas la tarde de Nochebuena, de los que apadrinan a tus hijos… Amigos con cartas y cargos marcados mirándose los zapatos por no mirarse a la cara. Fernández Vara, que hizo la autopsia del crimen de Puerto Hurraco, tuvo que ausentarse en alguna ocasión por lo desgarradoras que fueron algunas escenas.
En el destierro de Sánchez, alguien le susurró al oído: “dame un partido sin gobierno y te devolveré un gobierno sin partido”. No les unió el amor, sino el espanto. EL “no es no”, la sentencia de la Gurtel y el PNV hicieron el resto. Una parte del PSOE se quedó fuera de ese primer gobierno bonito. Fuera también de las nuevas victorias del nuevo PSOE.
El cambio de Gobierno de la semana pasada cierra finalmente esa herida que seguía sangrando un lustro después. Hubo que esperar a que Susana perdiera las últimas primarias para que desapareciera el rencor. El odio se ejerce generacionalmente. Y el perdón en política ni se pide ni se rechaza, como los ministerios.
Este nuevo Gobierno prepara el Congreso del partido y pone un centinela a cada barón díscolo. Da mayor coordinación global con Bolaños, mejora la comunicación con Rodríguez, mejora la relación del partido con López y da una señal a Europa de que la ortodoxia económica y el pacto social se van a equilibrar. Por primera vez una vicepresidencia primera económica. Al final, todo es economía, menos la economía, que es política.
Este nuevo gobierno recibe dos enseñanzas y manda dos mensajes: La herencia de Rubalcaba existe. Los gurús no existen. No hay otro PSOE. No hay otra izquierda. Mensajes también que deberían interpretarse en la oposición.
Este nuevo Gobierno va a hablar más claro y con menos ruido. Más sólido. Aunque Unidas Podemos se hace el sordo porque no se habla de ellos. Nada da más autoridad que el silencio. Ni más miedo. El silencio de Sánchez los coloca en otra dimensión. Menor. Igual que Florentino cambia cosas en el Real Madrid y deja que otro cambie las del Madrid B Castilla. Y mientras tanto, en Unidas Podemos, incapaces de cerrar sus traumas, siguen diciendo que Cuba dura, que basta ya de bloqueo imperialista. Los mismos que hace poco decían que España no es una democracia plena dicen ahora que Cuba no es una dictadura plena. Lástima que allí no tengan internet para que les llegue el apoyo a los camaradas represores.
