¿Qué paso con?: antiguo programa de televisión que seguía la pista de personajes famosos del mundo de la farándula, caídos en el olvido. Las debacles electorales en Cataluña y Madrid parecen señalar el ocaso de Ciudadanos como formación política. Los partidos bisagra siempre lo tienen difícil en un sistema con tendencia bipartidista, como le ocurriera al CDS.
En cualquier caso, Ciudadanos no supo manejar sus cartas. Si acudimos al refranero, “de aquellos polvos vienen estos lodos”. Su ascenso tuvo mucho mérito, a partir de unos orígenes concretos: la defensa de la españolidad de Cataluña como bandera. Un partido de centro, cuyo discurso resultaba atractivo para amplios segmentos de población: liberal en lo económico y progresista en lo social, con ciertos toques socialdemócratas.
Emmanuel Macron tuvo en consideración el antecedente de Ciudadanos como referencia para enarbolar una propuesta de centro extremo, estrategia electoral que le condujera al palacio del Elíseo, escoltado por delfines procedentes tanto del socialismo francés como del centro-derecha “gaullista”.
Sin embargo, Albert Rivera no alcanzaba al joven prodigio de la política francesa como estratega. Tal vez por la incapacidad de España para formar élites ilustradas, conocida tesis de Ortega y Gasset. Por su parte, Macron es producto de la mítica ENA, trampolín para engrosar la jefatura política gala.
Las encuestas de posicionamiento ideológico -en una escala de 0-10 puntos-, realizadas en momentos de fuerte polarización hace unos años, reflejaban que el caladero principal de votantes continuaba en el centro, en torno al votante mediano –es decir, el más frecuente-, situado en el punto cinco.
El desplazamiento respectivo de PSOE y PP hacia izquierda y derecha, se explica por un fenómeno: la celebración de elecciones primarias, más propias de un régimen presidencialista como Estados Unidos que de una monarquía parlamentaria. Los militantes del PSOE, que eligieron a Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del gobierno, estaban mucho más orientados a la izquierda que el grueso de electores socialistas. El mismo sesgo aparece entre los afiliados del PP, desmarcados hacia la derecha. A pesar de celebrarse unas elecciones primarias impuras, Pablo Casado pudo beneficiarse de este efecto frente a una Soraya Sáenz de Santamaría más moderada.
Ciudadanos obtuvo sus mejores resultados en las primeras elecciones generales de 2019, como opción atractiva para un amplio espectro de votantes atraídos por la idea del centro extremo. La consolidación de fuerzas como Podemos y Vox en los confines del arco ideológico también incentivaba el desplazamiento respectivo de PSOE y PP hacia izquierda y derecha, apoyando la deriva asociada a la celebración de elecciones primarias.
El modelo del votante mediano, imperante en el sistema bipartidista español en los últimos tiempos de Felipe González, con dos partidos principales acercados al centro para atraer al votante mediano, había quedado dinamitado. Se trataba de la gran oportunidad de Ciudadanos, pero dicha formación no supo perseverar en la apuesta por ese centro abandonado por PSOE y PP.
Rivera dio un viraje hacia posiciones conservadoras, ante la segunda convocatoria de elecciones generales en 2019. Aspiraba a convertirse en la primera fuerza del centro-derecha, mediante un “sorpasso”. El resultado es de sobra conocido. Un cuento ruso narra cómo el diablo se le aparece a un campesino. Toda la tierra que recorriera en un día sería suya; pero, el “mujik”, exhausto, cayó muerto al final de aquella jornada.
(*) Profesor de la Universidad Complutense de Madrid.