La vida de Roberto Martín ‘Jarocho’ (Alcalá de Henares, Madrid, 1980) se entrelaza entre dos percances mortales con apenas un año de diferencia. El de Víctor Barrio, en Teruel en 2016, y el de Iván Fandiño, en Aire Sur-L’Adour (Francia) en 2017. Jarocho es una de las figuras de los toreros de plata desde que tomara la decisión en 2006 de pasar al escalafón de subalternos y fue uno de los novilleros con más recorrido en los primeros años de la década de los 2000 hasta que en 2003 tomó la alternativa en Burgos. Torero de dinastía, ahora a las dificultades de la profesión y a las tragedias vividas en los ruedos, se añade que su hijo, del mismo nombre y que toma el mismo apodo, ha debutado este temporada en público y su objetivo no es otro que ser torero. Lo hizo un traje de luces azul, del mismo tono que con el que empezó Barrio de novillero. Además, su hermano Eduardo, ‘Jarochito’, ha vuelto a banderillear después de años sin hacerlo para acompañar a la promesa de la familia.
Jarocho entrenaba de forma diaria con el diestro de Grajera y era su hombre de confianza en las últimas campañas. Pese a nacer en Alcalá, siempre se ha considerado a Jarocho burgalés tras asentarse su familia en Huerta del Rey. La cercanía con el municipio segoviano y los vínculos con Barrio hicieron que ambos emprendieran un camino juntos. Pocos mejor que él saben cómo era Barrio dentro y fuera de plaza. Jarocho repasa la fatídica tarde de Teruel en una sentida y emotiva entrevista.
– Lo primero de todo, ¿cómo fue el clima previo a la tarde?
– Las sensaciones por la mañana eran las normales de un día de corrida. Me llamó la atención que Víctor fuera al sorteo. La verdad es que me sorprendió. Allí pudo ver los toros y salió contento con el lote que nos había tocado.
«Las sensaciones por la mañana eran las normales de un día de corrida. Me llamó la atención que Víctor fuera al sorteo. La verdad es que me sorprendió. Allí pudo ver los toros y salió contento con el lote que nos había tocado»
– Llevabais un invierno duro en cuento a entrenamientos y la puesta en escena de Madrid no terminó de darse como se esperaba, pero es algo que pasa a casi todos los toreros. ¿En qué momento llegaba a Teruel?
– Llegaba a Teruel responsabilizado. Consciente que era una feria importante y de que tenía que apostar para conseguir engancharse al circuito de las ferias.
– Era un cartel rematado, con tres toreros con mucho por decir y un ‘desafío ganadero’ con los hierros de Ana Romero y Los Maños. Los tres necesitaban el triunfo, pero quizás Víctor Barrio por ser el que menos tiempo llevaba en el escalafón superior lo necesitaba más, ¿no?
– Era un torero joven. Cada tarde era clave. Necesitaba el triunfo para subir de peldaño. Estaba en esa línea de engancharse a las ferias y en su cabeza no pasaba otra cosa que no fuera no triunfar.
– En el sorteo, ¿cómo vio a ese toro ‘Lorenzo’, de Los Maños, y en conjunto al lote que le tocó a Barrio?
– La ganadería no es fácil, es de encaste Santa Coloma, y hay que hacer las cosas muy bien a los toros desde el inicio. Son animales que tienden a aprender y rápido se orientan: se enteran de todo lo que pasa y cualquier movimiento fija su atención.
– Salió el toro…
– Víctor estuvo muy de verdad: como era él. Desde el primer momento se fue a por el toro y con el capote ya puso al público de su lado. Muy variado y dispuesto: como hay que ir a las grandes ferias.
«Cuando llegué a Víctor vi que la cornada había sido muy fuerte. Cada minuto que pasaba era una angustia. Siempre te agarras a la experiencia de los médicos, pero pasó lo peor»
– De ver a un Víctor Barrio entregado a la tragedia.
– Fue un accidente. Fueron momentos durísimos por cómo se desarrolló todo. Estaba su familiar, su mujer, Raquel… El viento le descubrió y el toro se fue directo a él. Cuando llegué a Víctor vi que la cornada había sido muy fuerte. Después, llegó el momento de la enfermería. Cada minuto que pasaba era una angustia. Siempre te agarras a la experiencia y a la buena labor de los médicos, pero finalmente pasó lo peor. No se pudo hacer nada en la enfermería.

– ¿El peor momento que ha pasado en esta profesión?
He vivido muchas cornadas, propias y a compañeros, pero hasta este punto no. Un torero convive, de una forma u otra, con las cornadas, pero en este caso sobrepasó todos los límites. Me impactó.
Al día siguiente tenía que estar en Pamplona y me di cuenta de la realidad: Víctor no estaba. Se hizo muy duro después. Entrenábamos juntos, íbamos al campo juntos y compartíamos muchos momentos. Fue duro volver a torear: se me hizo cuesta arriba.
– ¿Cuál es el recuerdo que guarda de Barrio?
– Siempre tenía una sonrisa en la boca. Siempre estaba para los demás. Tenía mucho corazón… Era un genio. Siempre me acuerdo de él. Siempre está presente. Llevo un macho del vestido que lució el último día. Era mucho más que mi torero.
– Para terminar, ¿dónde estaría ahora? ¿En qué piso del escalafón estaría?
– Tenía muchas condiciones: valor, concepto clásico, buenas formas, atrevimiento, caía muy bien… Estaba creciendo mucho como torero y estaba en el camino de llegar a ser.
SUPLEMENTO | Victor Barrio, la sonrisa del toreo (descarga el especial)
