El Adelantado de Segovia
jueves, 25 diciembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

La dictadura de las palabras

por Julio Montero
7 de julio de 2021
JULIO MONTERO 1
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

El gasto en pensiones en España

La causa americana bis

Las navidades y la Navidad

Hay pocas dudas sobre que todos somos distintos. Es una realidad de las que entran por los ojos de modo patente. Esta apreciación tiene que ver con que no nos confundan a unos con otros (normalmente). La verdad es que evita cosas molestas, como que nos graben en la piel un código que dé cuenta fehaciente de nuestra identidad.

Esta consideración no es una broma exagerada. Es lo que los nazis hacían con sus prisioneros en los campos de exterminio: era un modo de negarles la identidad propia que es característica exclusiva de los seres humanos; era tratarles como a los animales que se identifican por la marca de su dueño, aunque a veces ese distintivo genérico se concrete en un nombre. Y la identidad de un animal, por mucho que se le quiera, no es nunca igual a la de un ser humano.

Sí: los humanos somos todos distintos. Eso es lo que nos distingue, esa es nuestra cualidad más específica. Es tan fuerte esta desigualdad entre unos y otros que algunas lenguas reservan el término correspondientes a “ser humano” al mismo que emplean para nombrar a los de su tribu o raza exclusivamente. Como si la humanidad desapareciera fuera de su grupo.

Por eso tan fuerte como el ser distintos es que compartimos en nuestra desigualdad una naturaleza común, la humana. Podría decirse que la humanidad se realiza en la desigualdad: de raza, de sexo, de cultura, de lengua, de talento, de cualidades creativas, organizativas, de liderazgo, de tamaño, de peso, de habilidad, de tendencias dominantes hacia el individualismo o la colaboración con los grupos humanos cercanos o lejanos, de opiniones políticas y sociales, con atracción predominante hacia los del propio sexo o del otro, de gente firme en sus convicciones o dudosos en ellas en la amplia gama de un máximo y un mínimo…

En este vivir en común hay muchos estratos de realidades distintas que conviven. Nuestra denominación de los días de la semana y de los meses es pagana, en concreto pagana romana. Cuando la iglesia quiso cambiar esos nombres de dioses por la denominación cristiana fracasó en casi todos los sitios menos en Portugal, donde segunda, tercera, etc. feria sustituyeron a lunes, martes, etc. Y lo mismo les pasó a los revolucionarios franceses con sus meses nivoso, pluvioso, ventoso, etc. que no lograron sacudir los nombres paganos del invierno, ni de ninguna otra estación.

Es la gente común y su utilidad los que acaban introduciendo nuevos términos que muestran nuevas realidades

La historia nos enseña que las cosas cambian: unas con rapidez; otras lentamente y las de más allá nada o casi nada. Y lo mismo pasa con las lenguas. Todas cambian, menos las muertas. Por eso la evolución de una lengua da cuenta de muchos cambios culturales. El salto del habla (de mi lenguaje, de mi modo de hablar, de lo desigual) a la lengua (asunción social de la novedad y olvido de términos que dejan de tener uso quizá por la desaparición u olvido de la realidad que nombran) no lo marca el consejo de ministros a no ser que dicha institución esté compuesta de ignorantes. Es la gente común y su utilidad los que acaban introduciendo nuevos términos que muestran nuevas realidades. Otra cosa muy distinta es que nos obliguen a utilizar circunloquios. Ya se empezó con el aborto, sonaba demasiado fuerte: lo que era, y se habló de interrupción voluntaria (menos del afectado claro) del embarazo. Y se siguió. No utilizar el término borracho o drogadicto (por bebedor problemático o uno que abusa de sustancias); evitar decir cadáver (que pasa a ser persona no viva) y, por supuesto sicópatas (persona socialmente no alineada) o pervertidos (alguien sexualmente disfuncional). Y no es ficción. Fueron indicaciones a la policía de Manchester el año 2000. En todos los idiomas cuecen habas. Supongo que dentro de unos años estas palabras se prohibirán porque tendrán ya el tono despectivo que implica la realidad negativa que designan.

La lengua y el lenguaje no perdonan. Hace años (en 1970) Amando de Miguel nos decía en clase cómo variaba, cada diez años más o menos, el uso social del término esposa o mujer para designar al cónyuge femenino por parte del marido: inicialmente las clases altas hablaban de esposa y esa palabra, poco a poco, bajaba de nivel social por imitación de los de clases más bajas que así se tenían por más respetables. Al llegar a ciertos niveles considerados indignos, las cosas cambiaban y eran los de clase alta los que empezaban a llamar mujer en sus presentaciones a su antes esposa… y vuelta a empezar una década después. En fin que los ricos no querían hablar de sus esposas (o mujeres) como lo hacían sus criados. Luego ya llegaron las novias y compañeras cuando la realidad social prescindió del matrimonio formal, o lo hizo parecer entre antiguo y carca al mester progresía y corifeos.

Y lo mismo pasa con la creatividad en todos sus niveles: no se puede encerrar la lengua con un habla obligatorio de palabras correctas, con la escusa de no ofender así a nadie. No se puede encerrar la ironía, ni la paradoja. Bastará con cambiar el tono o el volumen de voz, al pronunciar alguno de los circunloquios obligatorios y correctos, para que todo el mundo (al menos los de inteligencia suficiente) se tronchen de risa. Es lo que hacían Les Luthiers.

La realidad siempre se venga porque es creativa y no se puede encerrar la creatividad, el doble sentido, la ironía… La comedia nos ayuda a llevar con cierta dignidad nuestras frustraciones diarias, nuestras limitaciones de posición social, o las sumisiones laborales mezquinas. La comedia nos desinhibe, nos hace reírnos de ellas, con la ligereza y libertad que introducen los sentidos varios y contradictorios del lenguaje común. Uno de los memes que me han llegado: “desde la nueva ley trans es más fácil cambiar de sexo que tenerlo”. Y es que hay autoridades tan cortas, tan ignorantes, que piensan que la comedia y sus recursos (la ironía, la ligereza, el desenfado, el doble o triple sentido) solo son un género teatral y ellos quisieran volver a las óperas chinas de la época de Mao, que eran un coñazo cósmico incluso para los maoístas más convencidos.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda