Desde hace unas décadas, las intervenciones urbanísticas en Villa, dentro del casco histórico, especialmente, en las tradicionales “plazuelas” de origen medieval, en las que la actividad municipal (definida en las Ordenanzas de los siglos XV y XVI), se constreñía en favor de la Plaza Pública o Plaza Mayor, han sido polémicas. Es innegable que estos espacios, allegados a las parroquias correspondientes, hacían el oficio de “plaza de barrio” para el asueto de los niños y las reuniones de los mayores. El especial cariño y apego de sus respectivos vecinos, ha hecho que los mismos se preocuparan del cómo de las intervenciones urbanas en las mismas, generando, casi siempre, contrariedad por lo que se deseaba que fueran y el resultado de dichas actuaciones.
Así sucedió en la mismísima Plaza Mayor en el año 2000, como sucedió también anteriormente, con la plazuela del Estudio, cuyas luminarias ultramodernas, lograron que popularmente se le llamara “de las Cruces”; parecido ocurrió con la plazuela de San Andrés de la que se dice que ni es plaza ni es nada. Del desagrado de muchos ha sido la intervención sufrida en la Plazuela de Santo Tomé y en la de la Cruz. Ahora le toca a la popularmente denominada “de la Soledad” dentro de la gran Plaza de San Francisco; algunos vecinos ya se están echando a temblar…
