Apenas dos días después de reconocer que habían perdido el control en buena parte de las regiones del sur y el este del país, el presidente ucraniano, Oleksander Turchinov, ordenó ayer una operación especial contra las posiciones controladas por prorrusos en el considerado bastión separatista, Slaviansk, en el que los enfrentamientos entre activistas y soldados se cobraron al menos siete vidas.
Varios vehículos blindados y helicópteros de combate fueron trasladados a la zona y los militares recuperaron nueve puestos de control. De hecho, los soldados consiguieron que los rebeldes abandonaran una decena de edificios que habían tomado a lo largo de esta semana.
Sin embargo, la ofensiva se recrudeció y los separatistas abrieron fuego contra los uniformados, abatiendo a dos helicópteros del Ejército en un ataque en el que murieron dos militares. La respuesta de las tropas fue inmediata y, al cierre de esta edición, la actuación castrense había matado a tres miembros de las milicias y a dos civiles.
A media tarde, Turchinov reconoció que la operación «no transcurre tan rápido» como se deseaba. Según el mandatario, esta lentitud se debería al atrincheramiento de los «terroristas» en zonas residenciales y a su uso de los civiles como escudos humanos. Aún así, las Fuerzas Armadas se hicieron con todos los puestos que rodean la ciudad, aseguró el presidente, que prometió que el ataque proseguirá.
Mientras tanto, en Odesa también vivieron una jornada violenta, con fuertes enfrentamientos entre manifestantes ucranianos y prorrusos que se cerraron con cuatro fallecidos, encendiendo así la mecha en la ciudad portuaria, que, hasta la fecha, se había mantenido bastante al margen de las revueltas.
Además, al menos 32 personas fallecieron por el incendio de un edificio en la localidad, según apuntaron fuentes de los rebeldes, sin que, por el momento, se confirmase dicha información.
Ante esta situación, el presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a Kiev de estar destruyendo la «última esperanza» de una solución pacífica al conflicto, al considerar que con su ataque sobre Slaviansk deja «sin efecto» los acuerdos alcanzados el pasado 17 de abril en Ginebra. Asimismo, culpó a Washington y Bruselas de la escalada militar en Ucrania. «Sobre Estados Unidos y la UE recae una gran responsabilidad por haber apoyado a los organizadores del golpe contra el Gobierno de Kiev en su línea de represión violenta de las protestas», afirmó el Ministerio de Exteriores de Moscú, que sopesó que tropas extranjeras hubieran ayudado en la ofensiva de ayer.
