Un porcentaje amplio de la población no había usado nunca una mascarilla, un complemento que se asociaba a oficios muy selectos y a lugares muy concretos. Sin embargo y para sorpresa de propios y extraños, pasó a ser un elemento cotidiano merced a la aparición de un microbio que vino sin avisar y se niega a despedirse.
La obligatoriedad de la mascarilla en exteriores se ha alargado por más de 400 días, 401 para ser exacto, y mejor no hacer apuestas sobre cuando tardará en desaparecer del resto de zonas donde todavía es necesaria.
En un ejercicio de responsabilidad, este complemento pasó a ser aceptado por la mayoría de la ciudadanía a pesar de ser molesto y de lo difícil que fue acostumbrarse en un inicio.
Ayer, por fin, la población podía desembarazarse de la mascarilla en los exteriores pero siguiendo con esa responsabilidad antes mencionada y unida al miedo a un coronavirus que ha dejado casi mil víctimas en Segovia la mayoría de los ciudadanos eligieron no hacerlo.
Curiosamente, las concurridas calles de Segovia se llenaban ayer de nuevo de mascarillas casi como si no se hubiera levantado su obligatoriedad, un hecho llamativo ya que el hartazgo por tener que llevarla cada día es evidente. Parecía que ninguna normativa nueva hubiera entrado en vigor, ya que tan solo un número muy reducido de viandantes decidió dejar en casa el molesto tapabocas.
En el centro de la ciudad y en las zonas más concurridas de los barrios casi todas las personas llevaban mascarilla, un porcentaje altísimo que superaba con creces el 80%.
No mucho menor porcentaje se observaba en las zonas más alejadas y barrios menos céntricos, donde muchos segovianos también optaban por salir con mascarilla y obviar el fin de la obligatoriedad. Por último, en el medio rural este porcentaje se rebajaba aún más, sobre todo en las poblaciones de pequeño tamaño.
Es de suponer que con el paso de los días estos porcentajes se van a ir rebajando a medida que vuelva el sentimiento de seguridad, pero ver a la mayoría de la población con sus mascarillas en exteriores a pesar de no ser obligatoria demuestra lo hondo que ha calado el respeto a un patógeno que ha dejado a Segovia como una de las zonas más afectadas del país.
Esta obligación decayó desde la madrugada, tras entrar en vigor la medida aprobada el jueves en el Consejo de Ministros, que modificó así la imposición que regía desde el 21 de mayo del año pasado, cuando habían pasado más de dos meses desde la declaración del estado de alarma por la pandemia.
Sigue siendo obligatorio el uso de la mascarilla en los medios de transporte público, incluidos los andenes de estaciones de viajeros y teleféricos, al igual que en los vehículos de hasta nueve plazas, incluido el conductor, si los ocupantes no conviven en el mismo domicilio.
En los eventos multitudinarios al aire libre la mascarilla es aún obligatoria cuando los asistentes estén de pie o, si están sentados, cuando no se pueda mantener 1,5 metros de distancia entre personas.
Por su parte, la Junta sostiene que en la medida del fin de las mascarillas en el exterior, el gobierno “se ha precipitado y ha tomado una decisión sin tener en cuenta la opinión de los expertos”, por lo que pide actuar “con prudencia” porque el virus continúa. El futuro dirá si esta medida ha podido provocar un aumento de los casos, de momento toca esperar acontecimientos.
Preguntada una joven pareja sobre si se mostraban sorprendidos por la abundancia de mascarillas, no dudan en contestar de forma afirmativa y aclaran sobre las posibles causas que se ha vuelto para muchos una costumbre más. Tampoco es baladí otra de las razones que argumentan, como es la presión de grupo cuando ves en la calle a la mayoría de la población que se decide a mantener su uso.
Otro viandante relata cómo en los barrios la mayoría de la gente ha decidido ponérsela, porcentaje que aumenta en lugares donde se prevé la concentración de muchas personas, situación que también se puede contemplar en el centro de la ciudad.
Tan solo se salvan de esta alta presencia de mascarillas dos lugares concretos: las terrazas de los bares y los espacios retirados dentro de los parques y zonas de ocio.
La rebaja de los datos epidemiológicos ha permitido un junio de grandes avances en materia normativa, con el levantamiento de numerosas restricciones que ha permitido a la población poder realizar actividades que han estado limitadas durante meses.
El virus no se ha ido, pero conviene destacar que Segovia se encuentra inmersa en estos momentos en la mejor situación desde mayo-junio del año pasado, cuando se permitió a la población volver a la calle tras meses de confinamiento domiciliario.
El día… y la noche
Si el ambiente en las calles durante el día no se distanciaba demasiado del de anteriores jornadas, todo lo contrario pareció suceder durante la madrugada anterior.
El ambiente del centro de Segovia era festivo y muchos jóvenes aprovecharon la noche del viernes para salir y de paso celebrar el fin de la obligatoriedad de la mascarilla.
Ya antes de la medianoche se empezaba a ver gente sin mascarilla en la calle, situación que se volvió común tras tocar las doce. Los excesos no tardaron en llegar como en anteriores celebraciones por la eliminación de restricciones, como la del fin del toque de queda. No pilló por sorpresa a casi nadie, tal y como demuestra el control de alcoholemia dispuesto en la Plaza de Artillería.
Estos excesos dejaron varios altercados e incluso una agresión con arma blanca. Esperemos que estos malos impulsos vayan quedando atrás y la vuelta del ocio nocturno pueda darse con la normalidad que debería.
