La frase que afirma que “las finales no se juegan, se ganan”, pierde su origen en la noche de los tiempos, aunque se mantiene con plena vigencia. Y por ello en la historia del Segosala quedará que su equipo femenino ganó la final por el ascenso al Cáceres Atlético, importando más bien poco si su victoria fue holgada o ajustada, fruto de un juego vistoso, o a base de equivocarse menos que el rival.
Así que, y tras dejar constancia de que la RFEF se pasó por el arco del triunfo un protocolo Covid que vale para las categorías nacionales, pero no para los partidos valederos para el ascenso a esas categorías, ya que ni siquiera se dignó a informar a los equipos que no tenían la obligación de pasar un test de antígenos para jugar el encuentro, el encuentro se planteó entre dos conjuntos comidos por los nervios que les hicieron jugar muy por debajo de su nivel.
La responsabilidad fue un lastre enorme en las piernas de las protagonistas del choque, aunque algunas excepciones, como la de la portera local Sonia, o la visitante María Cerracho, elevaban el nivel. El Segosala quería llegar combinando, pero con escaso éxito, mientras que el Cáceres lo intentaba con el juego de pívot y chutando desde lejos, con idéntico resultado.
No parecía sencillo que llegaran los goles, pero ya se sabe que en fútbol sala los tantos llegan cuando menos te lo esperas, y así después de una gran acción individual de Eva que una defensa sacó a córner, en el saque de esquina de nuevo Eva recogió el esférico y lo llevó cerca de la escuadra de la portería cacereña. Un buen gol que ponía el partido de cara y que obligó al equipo visitante a adelantar aún más sus líneas para agobiar la salida del balón local, cada vez más espesa.
EL GOL DE CHIVI LO PONE MÁS CERCA
Una buena intervención de Sonia a lanzamiento raso de Nuria fue la mejor respuesta del Cáceres al gol del Segosala durante la primera parte, que concluyó con pocas más cosas que llevarse a los ojos, dando paso a un segundo tiempo en el que las locales le dieron un buen ‘meneo’ a la final con el 2-0 que marcó Chivi al recoger dentro del área un rechace de la defensa visitante.
Tuvo la sentencia Valle tras un robo de balón que la dejó sola ante Nuria, pero su lanzamiento se marchó fuera. Y fue entonces cuando María Cerracho, que se había sentado apenas 30 segundos antes en el banquillo después de jugar todos los minutos de la primera parte y varios de la segunda, saltó a la cancha para poner el choque patas arriba con la fuerza en sus acciones y sus lanzamientos lejanos.
UN HURACÁN DE NERVIOS
Uno de ellos rebotó en su compañera Celicia desviando la trayectoria lo justo para despistar a Sonia, convirtiéndose en el 2-1 y dejando al Segosala hecho un manojo de nervios, sin apenas ataque y metiéndose en muchos problemas a la hora de sacar el balón jugado.
Hasta dos balones al larguero estrelló la jugadora cacereña en los mejores minutos del equipo extremeño, que parecía muy cerca de llegar a la meta del empate. Pero las visitantes no cruzaron esa línea, y el Segosala respiró con la gran recta final de Moni, que tiró de veteranía en el pivote para sacar petróleo en forma de segundos ganados al crono, aunque el Cáceres tuvo su última opción con un remate cercano de Lucía que se fue demasiado alto en su mejor opción, porque abusó demasiado del lanzamiento exterior.
El partido concluyó con esa ocasión, y poco más tarde el Segosala pudo celebrar el ascenso con su público, entre los que se encontraba un nutrido grupo de jugadoras del Unami, que festejaron como las que más el ascenso de las que serán sus rivales el próximo año en la Segunda División. Porque no quita lo valiente para lo cortés.
