La interesante exposición de botijos del etnógrafo, folclorista, musicólogo y cantante segoviano, licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, Ismael Peña Poza, inaugurada el pasado día 9 de los corrientes en el Patio de Columnas de la Diputación Provincial, me lleva, con la exigida modestia, a solicitar de quien cupiere que se intente tratar con este segoviano de pro, de la cesión, préstamo o venta de parte de las valiosísimas y varias colecciones de instrumentos musicales, trajes regionales, juguetes antiguos, herramientas de oficios de antaño, botijos de tanto valor como los decorados por Dalí, Cánogas, Sempere, Úrculo o Gloria Fuertes…, que aunque aquí y ahora exhibe unos cuarenta, pasan de cien los que posee.
Baso mi sugerencia en que hace años, allá por el 2013 fue el mismo artista coleccionista quien ofreció a la ciudad la posibilidad de abrir un museo con alguna de estas excepcionales colecciones, y espero y deseo que podamos coger un segundo tren oportunista, que, como el cartero de James M. Cain, pase dos veces, y ésta no la dejemos escapar. No puedo olvidar que Alberto Camba, desde estas mismas páginas en 1927 solicitaba de Aniceto Marinas una imagen que sirviera de base para una cofradía en la parroquia de San Millán, la que tuve el honor de presidir muchos años, y no sólo tres años más tarde donaba la singular ‘Soledad al Pie de la Cruz’, sino que, ya en 1947, regalaba la otra preciosa talla del ‘Santo Cristo en su Última Palabra‘.
Segovia debe ser ciudad de museos, porque la ciudad toda es un museo.
Este pequeño gran hombre, cantante, musicólogo, folclorista, licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, Premios Grand Prix du Disque y Nacional de Folclore Agapito Marazuela, del que Francisco Umbral dijo: “Es el nuevo juglar de la poesía española”, y para Dalí: “El cantante místico más elevado de la Tierra”, nacido en la segoviana localidad de Torreadrada, es segoviano de nacimiento y de corazón, y desde 2019 ‘Hijo Predilecto de la Provincia’.
Estoy seguro de que al artista coleccionista le ilusionaría exhibir su tesoro artístico en su tierra, y, por supuesto, Segovia, ciudad cultural y turística, Patrimonio de la Humanidad, se vería honrada de ofrecer a propios y viajeros tan excepcionales colecciones, parte de los 7.000 curiosos objetos que ha ido reuniendo Peña. Sería un móvil más para visitar y permanecer en Segovia, pues tan curioso museo nada envidiaría a los de mini miniaturas de Guadalest, el de orinales de Ciudad Rodrigo, carrozas fúnebres barcelonés, pan de Mayorga, papiroplexia zaragozano, o de la tortura en Santillana del Mar…
Los segovianos y viajeros que paren en nuestra ciudad tenemos ocasión de admirar la divertida, interesante y valiosa colección de botijos, ‘piel del agua’ que anuncia El Adelantado, pero si acampase en nuestra ciudad mayor parte del coleccionismo de Ismael Peña, estudiosos, artistas y curiosos viajarían a nuestra ciudad, o ampliarían tiempo de permanencia, por disfrutar la extensa e intensa colección Peña. Creo que con la cantidad de edificios nobles y amplios que permanecen inactivos no habría problema para ofertar sede del Museo Etnográfico Segoviano ‘Ismael Peña’, que completaría las interesantes colecciones catedralicia y del Obispado, Alcázar, Museo Provincial, los 38 títeres del maestro Peralta en la Puerta de Santiago, el de Arte Contemporáneo “Esteban Vicente”, Rodera Robles, Casa de la Moneda, Zuloaga, Centro Didáctico de la Judería, Casa Museo de Machado, parroquias y archivos…Segovia debe ser ciudad de museos, porque la ciudad toda es un museo.
