Debemos retroceder unos años en el reinado del noruego Magnus Carlsen, actual campeón del mundo de Ajedrez multidisciplinar de manera indiscutida, corría el año 2016 y se disputaba en Doha (Catar) el campeonato del mundo de Ajedrez rápido, partidas a 15 minutos por jugador más 10 segundos de incremento por movimiento.
Al finalizar el mismo, quedaron empatados en el primer puesto a 11 puntos, el ruso Alexander Grischuk, campeón de esta modalidad hasta ese momento, Magnus Carlsen, campeón del mundo absoluto, que venía de revalidar su corona al vencer en los desempates al ruso Serguei Karjakin en el mundial de Nueva York y el ucraniano Vassily Ivanchuk, que curiosamente casi doblaba en edad a los anteriormente mencionados.
Finalmente este último logró llevarse el gato al agua y consagrarse campeón del mundo contra todo pronóstico. Hasta este punto sería una historia anodina más ,dentro de los mundiales de Ajedrez, pese a la diferencia de edad, que Vassily Ivanchuk ganase el torneo era poco probable, pero no imposible, dado que siempre ha sido un jugador muy fuerte que ha sabido mantenerse en la elite mundial.
Pero Ivanchuk, “Chuky” en el mundo del ajedrez, nunca deja de sorprender por su brillantez y excentricidad dentro y fuera del tablero y esta ocasión no iba a ser la excepción.
Mientras se realizaba la entrega de premios del campeonato del mundo, nos encontramos a nuestro protagonista, jugando una partida de damas contra otro Gran Maestro, algo inusual, de repente Chuky oye su nombre a través de la megafonía, deja la partida a medias y corre hasta el pódium haciendo esperar a toda la organización, jeque incluido.
No contento con esto y aplaudido por un Carlsen con cara de pocos amigos, adopta una pose de cálculo absorto mirando al infinito, olfatea el ramo de flores y asiente repetidamente con la cabeza, regresa al tablero, saluda a su oponente, comprueba la posición y en tan solo dos movimientos consigue comer todas las “fichas” de su rival.
Muchas veces creemos que la genialidad de un Gran Maestro obligatoriamente viene acompañada de protocolos y rectitud, por suerte aún hay jugadores que saben ver la esencia y restan importancia a lo demás, porque para Ivanchuk esto no fue más que otro día en la oficina.
