En un lugar de la política de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un mercenario de los de falsa doctrina, tibieza espiritual, poseedor de sinranzones, hacedor de deslealtades, embaucador de palabras y traidor de verdades.
Así, emulando el inicio del Quijote con todo el respeto que merece esta obra maestra y su autor, quiero definir al político de hoy en día.
Porque, quien decide dar un paso en la política, ¿por qué lo hace? Esta es la pregunta crucial y que seguramente la mayoría contestará diciendo que por vocación y servicio al ciudadano.
Pero aquel que dio el paso en política y obtuvo un cargo electo, sea cual fuere, debe plantearse si hoy conserva los valores y principios que le hicieron llegar a la política, o si por el contrario se traicionó a sí mismo y permaneció en política a cualquier precio.
Esta semana quiero plantear esta reflexión, ¿cuántos políticos hoy en día son íntegros? ¿Cuántos mantienen su esencia desde el principio? Mucho me temo que hoy un escaso porcentaje mantiene sus ideales y su mensaje intacto.
Mercenario es aquel que realiza cualquier trabajo por una retribución, generalmente económica, o que trabaja con el único interés de ganar dinero sin importarle nada más.
Y es que los 40 años de democracia nos han dejado un sinfín de ejemplos corruptos y de hemerotecas llenas de mentiras y dádivas venenosas en boca de traidores de la palabra, y que sin embargo mantienen su estatus debido a la manipulación mediática y las estructuras de poder.
Hoy tenemos el caso Kitchen, otro caso más de corrupción, pero no peor que aquellos que se gastaron el dinero de los parados en cocaína y prostitutas, o aquellos que se financiaron ilegalmente a través de empresas pantalla y regímenes chavistas, o aquellos que se convirtieron en el brazo político de asesinos, o aquellos que llevan décadas exprimiendo al resto de España como partidos bisagra de los diferentes Gobiernos. En definitiva, una retahíla de mercenarios políticos ansiados de poder y dinero.
Y esta semana hemos conocido cómo el PP se unía a la izquierda y al PNV para quitar a Vox el representante que le corresponde en la Conferencia sobre el Futuro de Europa, cuyo representante era Iván Espinosa de los Monteros, catalogado como el mejor orador del Congreso y de altísima cualificación.
Otro cordón sanitario a la tercera fuerza política de España, apoyada por mercenarios de la política, y de la que Vox se mantiene al margen de aquellos que esta semana amenazaron en comisión a nuestra secretaria general Macarena Olona.
Por eso no es que Vox esté solo, es que sólo queda Vox.
(*) Diputado de Vox por Segovia.
