Hoy escribo sobre un puente que no está aquí, está en Madrid. Conocido en sus inicios como ‘La Puente Segoviana’ (1), o ‘La Puente Real Nueva de Segovia’, construido, ubicado, y vigente en una de las vías principales, todos lo conocen como el Puente de Segovia. Se trata del más antiguo que se conserva en la capital del reino (ha cumplido 450 años), si bien su aspecto ha variado a lo largo de los siglos, ya que ha sido modificado y reconstruido en distintas ocasiones y diferentes motivos.
La primera referencia, siglo XIV, es de Alfonso XI de Castilla, quien autorizó al Concejo de Madrid su construcción mediante cartas escritas en 1345 y 46. Muy poco ha quedado para la historia del ‘puente de madera’.
Después, fue Felipe II quien ordenó su construcción, con trazas que inició Gaspar de la Vega (2), Maestro Mayor de Obras. Su comienzo, según Provisión del Rey, año 1574. A la muerte de Gaspar en 1577 (solo estaban los cimientos), se hizo cargo de la obra Juan de Herrera, que cambió el modelo medieval y construyó el considerado como el primer puente moderno o renacentista. Las obras, sin incluir compras de terrenos a particulares, tuvieron un coste de 200.000 ducados.
¿Qué llevó a la administración reinante a realizar la referida construcción? Hay dos versiones. Una práctica: unir con él la calle Segovia con la carretera de Extremadura, consiguiendo salvar el rio Manzanares, que entonces era muy caudaloso. Otra —que fue la que impulsó a Felipe II—, el hecho de que ‘hubieran llegado al norte de la sierra cientos de segovianos para repoblar, cuando no fundar, pueblos y villas’, y con el fin de que estos tuvieran un camino de comunicación con la ciudad de Madrid.
¿Qué características técnicas ofrece el Puente? Está labrado en granito; presenta una estructura de nueve arcos de medio punto almohadillados (3), coronados por un sencillo antepecho que se sienta sobre la línea de imposta (4).
El de mayor tamaño es el central, mientras que la anchura del resto de ellos va menguando progresivamente hasta los dos últimos, ubicados en los extremos. Los pilares que sostienen la estructura se encuentran rematados con una forma cónica por tajamares (5). En su primera construcción el Puente contaba con 100 bolas de piedra berroqueña que adornaban su recorrido.
Capítulo de curiosidades
Las avenidas del Manzanares (6) a lo largo de los primeros tiempos de la construcción, fueron minando su resistencia hasta destruirlo en varias ocasiones y ocultarlo bajo sus orillas.
Entre 1648, 1721 y 1775, con Felipe IV, fue reparado por los arquitectos José de Villarreal; Teodoro Ardemans, Pedro de Ribera y Ventura Rodríguez. Durante la Guerra Civil, el puente fue destruido para evitar la entrada a las tropas del General Franco. En 1943, reconstruido por el ingeniero Vicente Olmos, se decidió ampliar su anchura a 31 metros (la anterior era de 8,61), dividiendo el puente en dos, para que pudiera acoger mayor afluencia de tráfico. Su recorrido total es de 172 metros. Se construyeron cuatro patines, dos a cada lado, y un embarcadero.
En el desarrollo de las obras de la M-30 (1980), se demostró que el primitivo puente estaba situado a 95 metros al norte del actual. El puente fue declarado BIC con la categoría de Monumento.
Así era (es) el puente que se construyó sobre el Manzanares para dar paso al ‘Camino de Segovia’.
Corolario: A través de la Cañada Real Segoviana —500 km. de recorrido—, camino de la trashumancia a su paso por Madrid, circulaban miles de ovinos que eludían el Manzanares atravesando el puente.
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(1) ‘Puente Segoviana’. En el español medieval y clásico, puente se ‘tenía’ por palabra femenina. Recuerden: Puente Alta, Puente Castellana… (Diccionario panhispánico de dudas)
(2)Dirigió también las obras del Palacio de Valsain y nuestro Alcázar.
(3) Almohadillado’: Saliente de un sillar de piedra que se dispone en un paramento proyectado hacia el exterior con al menos una de sus caras sin labrar.
(4)La imposta marca la línea divisoria entre un elemento arquitectónico que sustenta (columna, pilar o muro) y otro sustentado curvo.
(5) ‘Tajamar’: construcción curva o en forma de ángulo que se añade a los pilares de un puente para cortar la corriente de agua o repartir su presión.
(6) Sobre el puente, el río y su escaso caudal escribió, no sin ironía, Lope de Vega:
…Y aunque un arroyo sin brío
os lava el pie diligente,
tenéis un hermoso puente
con esperanzas de río.
