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España recibe con calor al Papa Benedicto XVI

por Redacción
19 de agosto de 2011
Decenas de miles de personas esperaban a Benedicto XVI en la madrileña plaza de Cibeles desde donde el Papa lanzó sus mensajes de fe y esperanza. / Andrés Ballesteros (EFE)

Decenas de miles de personas esperaban a Benedicto XVI en la madrileña plaza de Cibeles desde donde el Papa lanzó sus mensajes de fe y esperanza. / Andrés Ballesteros (EFE)

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«Ésta es la juventud del Papa». El grito de guerra de miles de peregrinos acompañó a Benedicto XVI en sus primeras horas en la capital de España, interrumpiendo tanto su discurso en el aeropuerto como el de la tarde en Cibeles. La frase, acuñada años atrás en los encuentros de los jóvenes con su predecesor, Juan Pablo II, es sencilla pero resume el sentimiento de orgullo cristiano que sienten todos aquellos que no dudan en gastar sus ahorros para acudir a estas citas y otras similares con el Sumo Pontífice, pero sobre todo, como subrayó ayer el Papa, con Cristo.

Desde fuera, para muchos, quizá sean inexplicables los motivos que han llevado a miles de muchachos a peregrinar hasta Madrid. Incluso el propio Ratzinger se hacía esa pregunta en su primer discurso al pie del avión: «¿Por qué y para qué ha venido esta multitud de jóvenes?». Y era el mismo Santo Padre quién contestaba en nombre de los peregrinos que llevaban horas esperando al Pontífice en el aeropuerto, en las calles del recorrido, y también, por la tarde, en el centro de Madrid. «Ellos desean escuchar la Palabra de Dios, como se les ha propuesto en el lema para esta Jornada Mundial de la Juventud, de manera que, arraigados y edificados en Cristo, manifiesten la firmeza de su fe», subrayó Benedicto XVI con sus palabras.

Sin embargo, consciente de que no es una época fácil para presumir de ser cristiano, el Papa quiso animar a los participantes del evento a que no se «avergüencen del Señor» y que muestren «abiertamente» la fe con su propia vida.

Para Benedicto XVI, la JMJ trae un «mensaje de esperanza» que llena de confianza ante el mañana de la Iglesia y del mundo.

«Vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia», afirmó el Santo Padre.

Benedicto XVI, como sucedía con Juan Pablo II, no es ajeno al tiempo que le ha tocado vivir y por eso gran parte de sus primeros mensajes en tierra española versaron sobre los problemas sociales que acechan diariamente a los jóvenes del país y del mundo.

En este sentido recalcó que los adolescentes «ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción. Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices, volcando para ello su entusiasmo en la consecución de una vida auténtica».

Precisamente esa manera de retar al joven, de enfrentarle con sus miedos y de llamar a las cosas por su nombre, es la que durante tantos años ha atraído a millones peregrinos del mundo a estos eventos católicos. Y Benedicto XVI, que presenció en segunda línea alguno de los encuentros anteriores, mantiene esa línea discursiva y no dudó en denunciar a aquellos que «se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos».

Según denunció el Santo Padre en su discurso en Cibeles, «hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos», al tiempo que advirtió que hay palabras que sólo sirven para entretener, mientras que «las de Jesús llegan al corazón».

El Papa dirigió también sus palabras a una de las preocupaciones principales de la juventud mundial: la dificultad de encontrar un empleo digno. El Santo Padre insistió en que si «los jóvenes no encuentran perspectivas de futuro» la sociedad actual «está equivocada» y pidió que se promuevan iniciativas desde los gobiernos para crear empleo para este sector de la población.

En la misma línea que el Pontífice, el Rey pidió, en su discurso de bienvenida al Papa, la ejemplaridad de los mayores para la juventud en un tiempo no fácil para ellos en el que se percibe una «profunda crisis de valores». El monarca español recalcó que «es hora de redoblarles nuestro apoyo; de aportarles todos los medios disponibles para que logren abrirse camino; de acabar con el intolerable paro juvenil; y de animarles a tomar la antorcha de los valores de la Humanidad».

Don Juan Carlos destacó que los jóvenes necesitan «no sólo razones, sino actitudes que motiven, llenen e impulsen su existencia y alienten su esperanza». Por ello, se mostró confiado en el «aliento» de Benedicto XVI, no sólo para animar a los jóvenes de España y el mundo entero, sino «para sensibilizar a las sociedades sobre la necesidad de respaldarles para que puedan conseguir sus ilusiones».

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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