Como casualmente ocurre con pasmosa regularidad, el régimen del rey marroquí, Mohamed VI, ha vuelto a encontrar en Ceuta y Melilla una oportuna distracción para que la sojuzgada población del país magrebí olvide momentáneamente sus propios problemas y falta de libertades haciendo causa común en contra de la ocupación española.
Así, mientras siguen llegando pateras -más de medio centenar desde principios de 2010- cuya salida nadie parece querer impedir al otro lado del Estrecho, en esta ocasión, la excusa para elevar una vez más el tono de las acusaciones han sido unas presuntas «agresiones racistas» cometidas por la Policía en la frontera con Melilla, desmentidas de plano por las Fuerzas de Seguridad.
Tales reproches, reiterados insistentemente durante los últimos días por los dirigentes alauitas y de los que se han hecho eco varias asociaciones supuestamente independientes, que han llegado a amenazar con un boicot comercial a la Ciudad Autónoma, han conseguido generar una notable polvareda política ante la que ayer, mientras el PSOE aseguraba que no se había abierto «crisis» crisis alguna, se vio obligado a reaccionar Don Juan Carlos, amigo personal del jefe del Estado africano.
Así, el Rey ejerció sus labores de mediación mediante una llamada telefónica a su homólogo Mohamed VI.
Durante la charla, siempre según explicaban ayer tarde fuentes de Zarzuela, ambos mandatarios manifestaron su deseo común de evitar que «malentendidos o pequeños problemas» puedan «perturbar el excelente clima» por el que atraviesan las relaciones bilaterales entre ambos países.
La llamada del Rey de España, que no intervino en cambio -al menos de manera que trascendiera a la opinión pública- en la crisis que provocó entre ambos países la huelga de hambre de la activista saharaui Aminetu Haidar, se producía tras tener conocimiento del quinto y por ahora último comunicado emitido por el Ejecutivo del país africano censurando el comportamiento de la Policía y la Guardia Civil en el paso fronterizo melillense.
Cabe recordar que Rabat también ha arremetido contra un presunto abandono por parte de la Benemérita de ocho inmigrantes subsaharianos en «estado de salud crítico» frente a las costas marroquíes cerca de Ceuta.
Después de que el país vecino se quejara de la falta de respuesta por parte de las autoridades españolas a tales denuncias, el presidente Zapatero mostró el martes en rueda de prensa su convencimiento en que las Fuerzas de Seguridad del Estado han actuado con la «máxima corrección» y se ofreció a informar a Rabat tantas veces como le fuera requerido.
De hecho, los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Interior han llegado a valorar la conveniencia de enviar a Marruecos a algún representante del departamento que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba para aclarar con las autoridades magrebíes las acusaciones, según confirmaron fuentes diplomáticas.
Mientras, los sindicatos policiales, que insistieron en que la crisis no tiene más fundamento que los espurios intereses marroquíes de enturbiar las relaciones bilaterales, solicitaron la creación en la frontera con Marruecos de un dispositivo especial de control dotado con 200 agentes para evitar nuevas agresiones.
