“¡Qué manera de subir y bajar de las nubes…!” Lo borda Sabina, en su particular himno del Centenario Atlético, al referirse a la historia de los rojiblancos. Esta vez la moneda cayó de cara, la de un uruguayo hambriento de goles, al que hicieron la cruz para poder despacharle de Can Barça.
Esa misma faz que mostraba Diego Simeone cuando el silbato de Sánchez Martínez señalaba el último partido de Liga en Pucela. Esa sonrisa, acompañada de ese gesto, cruzando las manos de forma ‘energética’, encerraba tantas cosas… reconozco que me gusta ‘El Cholo’, con sus virtudes y defectos. ¡Qué sí!, que es el entrenador mejor pagado del mundo, y eso no puede ser porque, todos y cada uno de nosotros, queremos desarrollar un trabajo por el que nos den una propinilla a fin de mes, y gracias. ¡Qué sí! , que en partidos decisivos ha podido equivocarse en su planteamiento, renunciando a su modelo de juego, y eso se ha traducido en fiascos. Es lo que tiene tomar decisiones cada segundo, sin saber el resultado. Supongo que su sueldo justifica todo lo que le ocurra… o no.
¿Es incompatible ‘bancar’ al bonaerense con admirar a Zidane, Guardiola, Klopp…? Creo que no, más bien al contrario. Al final, cuando decides dejarte el tiempo, y hasta la salud, en un banquillo, buscas el equilibrio para que tu forma de ser marque el camino, pero sin renunciar a palabras, gestos, tareas, metodología y mil detalles más de otros técnicos que has podido ir incorporando a tu mochila.
Los mortales no tendremos nunca esa oportunidad de compartir el día a día con semejantes figuras del fútbol mundial. Tampoco es imprescindible. Hay tantos entrenadores de los que podemos (des)aprender, que limitar la zona de actuación de tu cerebro únicamente a tu círculo más próximo, es renunciar a “ganar, ganar y volver a ganar… partido a partido”.
