Tal es la cantidad de alabanzas que la cocina segoviana suscita entre los titiriteros que, escuchándoles hablar sobre lo que comen cada día, resulta fácil pensar que antes de llegar a Segovia pasaban más hambre que el perro de un ciego o que a los pies del Acueducto florecen los mejores cocineros del mundo.
Porque una sencilla encuesta sin valor estadístico realizada por EL ADELANTADO revela que Segovia ha hechizado a los titiriteros tanto por la mágica atmósfera en que se envuelven sus espectáculos como por su cocina. Con el típico humor argentino, Marcos Ribas explica su amor a la cocina segoviana. “Aquí, mi plato preferido es el plato hondo, ¡cabe más!”.
Buena parte de su satisfacción con la faceta gastronómica de Titirimundi la tiene el restaurante José, que ofrece una amplia variedad de menús caseros. Desde el 2 al 17 de mayo, este establecimiento da de comer a toda la gran familia titiritera, integrada por 86 personas. El trajín se adueña del local desde que abre —ahora a las 07,30 horas— hasta que cierra sus puertas, sobre medianoche. En un incesante ir y venir, los titiriteros desayunan, comen y cenan. “Este año solo hay tres o cuatro vegetarianos”, explica Daniel Pascual, hijo del alma del establecimiento, José Luis Pascual.
Mientras dura el yantar, en el restaurante José ocurren historias, muchas historias. En ‘La Bóveda’, los titiriteros se sienten como si estuvieran en su casa, se relajan y disfrutan al máximo. Uno de los veteranos en Titirimundi, el valenciano Gabriel Fariza, goza lo indecible durante las comidas. Ayer, sin ir más lejos, animó al resto a cantar el ‘cumpleaños feliz’ a un compañero de oficio. “Este ambiente de compañerismo nos enriquece sumamente a todos”, afirmaba Fariza. Titirimundi es mucho más que los espectáculos de marionetas. En su tiempo libre, sobre todo en comidas y cenas, los titiriteros se cuentan sus experiencias, aprenden unos de otros, se divierten…
Uno de los novatos en Titirimundi, el vallisoletano Ángel Sánchez, coincide con lo dicho por Fariza. “El ambiente es sorprendente en las comidas; estoy encantando”, señala, añadiendo que, a pesar de su escasa experiencia en el oficio, “me han recibido como si fuera de los antiguos, ayudándome a que me integre”.
El ‘buen rollo’ trasciende al entorno de los titiriteros. Daniel Rivero, de profesión camarero, dice que todos ellos “son geniales”. “No todo el mundo que sale de su país sabe comportarse; ellos sí”, agrega. “Son muy humildes, ni uno te va a engañar”, asegura. Los propietarios del establecimiento corroboran la opinión de su empleado. “Agradecemos la confianza que depositan en nosotros Julio Michel y su equipo… lo único que podemos pedirles es que sigan viniendo aquí al año que viene”, dicen. Seguro que si.
