Dice la noticia de Agencias: “El término “disminuido” se elimina de la Constitución”. El Art. 49 de nuestra Carta Magna, respecto a la atención a los diferentes dice: “Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento y rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos”.
El Consejo de Ministros ha aprobado el anteproyecto de reforma del citado Art. 49 para eliminar el término “disminuido”. Lo sustituye por “personas con discapacidad”. Y según la ministra portavoz el Gobierno María Jesús Montero, la iniciativa va más allá el cambio de terminología, pues supone “una reforma integral y en profundidad en la estructura y el contenido”.
Denominar a niños/as con alguna discapacidad física, sensorial o mental: deficiente, discapacitado, disminuido, inadaptado, diferente…alguno les han calificado “niños el doble amor”; creo que esto es la discusión de “galgos o podencos”, pues lo importante es integrar a estos alumnos diferentes y aceptarlos como miembros de pleno derecho en nuestra comunidad social, siempre, por supuesto, desterrando cualquier matiz peyorativo. Premio para quien, releyendo el diccionario, aprecie diferencia esencial entre disminuido, discapaz, deficiente o minusválido.
Creo que lo más acertado es decir “diferentes”, puesto que en algún modo presentan alguna diferencia en su personalidad, lo que no significa inferioridad ni nada peyorativo, sino atención a esas diferencias, que al fin y al cabo, todos somos diferentes, que también son diferentes los superdotados y así mismo requieren métodos adaptados de trato y enseñanza. Para los padres son joyas, y todos tienen sus “diferentes” valores.
Otra cosa es que alguno de estos términos se utilice con intención insultante o peyorativa, como también ocurre con los términos negro o gitano, que no son sino diversa raza y etnia, o subnormal, idiota o imbécil que no son nada deshonroso, sino de más bajo percentil mental.
Ya la LOGSE (B.O.E. 4-X-90) preveía la Educación Especial en el sistema escolar ordinario.
La disposición adicional cuarta del susodicho anteproyecto deja la puerta abierta a la eliminación de los centros de educación especial que tanto costó su logro y que tan palpables buenos resultados han dado, y nunca deberían cerrarse, pues siempre serán necesarios para cursos de inadaptación más profunda.
Estos centros ponían, ponen, a disposición de los niños diferentes instalaciones apropiadas, medios adecuados, material “ad hoc” y profesorado especializado, y los familiares de niños diferentes podían opinar sobre resultados de este sistema, no solo educacional, sino inclusivo, saliendo muchos de ellos aptos para estudios superiores, y colocados en el mundo laboral. Si logran más altos niveles instructivos y formativos, antes y mejor se insertarán plenamente en la sociedad.
Un centro de educación especial es el que escolariza a alumnos con necesidades educativas especiales que requieren currículos especiales.
Por el hecho de estar junto a otros no dejan de ser diferentes, a veces se sienten marginados, mientras que con otros diferentes se sienten cómodos. Lo ideal servía compaginar enseñanzas normales con especiales.
Se tiende a la escolarización inclusiva, pero estar “junto a”, no significa estar “con” o “entre”, que cada día experimentamos como, especialmente en las grandes urbes, estamos rodeados de gente, pero solos entre el bullicio. Otra cosa es el medio rural, donde todos se conocen por su nombre y se aceptan como son.
Creo que no se deben suprimir los centros de educación especial, pues son imprescindibles para diferentes profundos, y tampoco es loable que el distinto sea el señalado, el torpe o marginado de la clase. Había que continuar con los centros especiales y dotar a los generales de todo lo necesario y conveniente para la positiva y anhelada inclusión. Es decir, nada de eliminar, sino de ampliar y mejorar, pues bien sabemos que hay situaciones en que “cuando el río suena…”
En la comunidad escolar hay que mantener estrecha relación con la familia para adecuar el ritmo de cada alumno. Es necesario tener adecuada formación docente que respete la educación en diversidad, practicando programación, metodología y evaluaciones “ad hoc”.
En mis cursos de la especialidad en Madrid, realicé prácticas por diversos centros de educación especial: Instituto Nacional de Pedagogía Terapéutica, ONCE, Instituto Nacional de Sordomudos, Centro Huarte de San Juan… y salí maravillado del “buen rollo”, la alegría, la armonía, la facilidad y naturalidad académica, el progreso… En nuestra ciudad y provincia los padres y tutores de alumnos del Centro de Educación Especial ‘Ntrª. Srª. de la Esperanza‘ podrán opinar si piden la eliminación de estos centros.
No perdamos tiempo y circunstancias derribando etapas y logros anteriores, sino progresando sobre ellos
No veo demasiado acertada la deriva que amenaza a la enseñanza y la educación con trabas a los centros concertados y a los de educación especial, recortando libertad a los padres para elegir centros para sus hijos, marginación de nuestro idioma, trabas a la enseñanza religiosa, diversidad de programas dentro del mismo Estado…
No perdamos tiempo y circunstancias derribando etapas y logros anteriores, sino progresando sobre ellos. Galgos o podencos, lo importante es que cacen… Eliminar el término “disminuido”, cuando lo cierto es que disminuyen su ámbito educacional, no es lo importante, como no lo es no llamar suspenso, cate, o insuficiente a no alcanzar los objetivos pretendidos, lo importante es dar soluciones, y en estos casos la solución no va por la supresión de centros de educación especializada, que tampoco tememos ir al médico especialista para que nos diagnostique y trate de alguna molestia o anomalía fisiológica, o al psicólogo para la mental, pues con ir al médico generalista y no decir la palabra que nos asusta, no nos mejora.
(*) Profesor Especializado en Pedagogía Terapéutica.
