Oír ayer a Sánchez hablando del futuro de la España del 2050, con la que está cayendo, me pareció una auténtica frivolidad. Los grandes estadistas de la historia se han merecido y ganado su derecho a hablar del futuro, porque han sido garantes y responsables de su presente. Pero hablar del futuro de España de dentro de 30 años, una persona que es incapaz de afrontar convenientemente los problemas inmediatos y presentes de los españoles y con responsabilidad, no sólo me parece frívolo, sino también vergonzoso.
Las políticas y las acciones de este Gobierno en tan sólo tres años, sanitarias, económicas, sociales y ahora de política internacional, han dejado a España a los pies de los caballos.
Ha sido un incompetente para hacer y gobernar bien, para todos los españoles, y además, se permite la irresponsabilidad de rechazar la ayuda y los pactos ofrecidos por el principal partido de la oposición, pero eso sí, acepta el chantaje de la de aquellos que pretenden destruir a nuestro país. La humildad también en política es una buena virtud, y corresponde al Ejecutivo buscar los acuerdo necesarios y máxime, cuando el partido llamado a gobernar más pronto que tarde, te tiende la mano para hacerlo.
La influencia en tres años ha bajado hasta límites peligrosos.
Esta segunda marcha verde de Marruecos sobre Ceuta y Melilla, territorio español desde hace 500 años, es algo que se intuía y que el Departamento de Seguridad Nacional ya avisó de las posibles represalias del vecino del sur. Con la mentira y el engaño no se construyen relaciones estables. El desastre de nuestra política exterior es espectacular. La inexperiencia y el sectarismo han hecho que la influencia de España en el exterior sea mínima. EEUU ni se ha fijado en nosotros. Antes, decía el gobierno que la culpa era de Trump, pero ahora que está Biden… ¿De quién es? En la UE, atónitos y perplejos, sin saber qué hacer ante lo que dicen unos y otros de los ministros o de lo que hablan y luego escriben, porque estando en el Gobierno los de Podemos, cualquier cosa. Y de nuestra querida América Latina, mejor ni hablar. La influencia en tres años ha bajado hasta límites peligrosos. Me cuentan desde allí, que el buenismo de nuestro Gobierno nos debilita día a día al no tener nada claro, si estamos con unos o con otros, y querer estar repicando y decir misa a la vez. En política exterior hay que contemporizar mucho, sin duda, pero teniendo siempre claro qué se desea y quiénes son nuestros verdaderos amigos y aliados.
En definitiva, está bien hablar del futuro, pero por el que se ha ganado el presente, no por el que huye del presente entre la impotencia y el marketing, porque es inepto, para afrontar su responsabilidad actual.
(*) Diputado del PP por Segovia.
