Muamar el Gadafi reapareció en la madrugada de ayer para calificar de «guerra psicológica» las informaciones que le sitúan fuera de Libia. Apenas horas después del mensaje telefónico del coronel que se retransmitió por una televisión árabe, la fiscalía de la Corte Penal Internacional solicitó colaboración a la Interpol para detener al dictador por supuestos crímenes contra la humanidad.
En su declaración, el líder árabe incitó a los libios a que «levanten sus armas» contra los rebeldes y acusó al Consejo Nacional de Transición de ser un frente del poder occidental. «Tenéis que defender la tierra contra estos traidores, aquellos que han estado en Libia y que tratan de apoderarse del territorio», añadió el dictador.
Gadafi afirmó estar realizando la llamada desde el interior del país y recalcó que el convoy militar que llegó a Níger esta semana «no era el primero».
Precisamente, el ministro de Asuntos Exteriores de ese país, Mohamed Bazoum, insistió ayer en Argel en que ni el coronel ni ninguno de sus hijos se encuentra dentro de su nación.
Asimismo, el Consejo Nacional de Transición libio confirmó ayer que ha mandado varios emisarios a Níger para intentar evitar que el dictador y su entorno entren en ese país y escapen de la justicia.
A la vez que continúan esas dudas en torno al paradero del coronel, el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, pidió ayer a la Interpol que lance una «circular roja» para detener al líder libio por supuestos crímenes contra la humanidad.
«Arrestar a Gadafi es cuestión de tiempo», señaló Ocampo en un comunicado, en el que se explica que la petición tiene como fin el arresto provisional de una persona que está siendo buscada con vistas a su extradición o su traslado a una corte internacional.
La Fiscalía de la CPI pidió a la Interpol una medida similar para detener a Saif al Islam, hijo del dictador, y a Abdulá al Senusi, su cuñado y director de la inteligencia militar del régimen.
Los tres dirigentes libios son reclamados por la justicia internacional por crímenes contra la humanidad debido a su supuesta responsabilidad en la represión violenta de las revueltas de insurgentes en el país.
Mientras, en territorio libio, leales gadafistas y tropas rebeldes libraron ayer nuevas escaramuzas en el extrarradio del sitiado oasis de Bani Walid, donde se cree que están escondidos Seif al Islam y Saadi, dos de los vástagos del coronel.
Al menos cinco cohetes partieron desde el interior de la ciudad hasta posiciones de los rebeldes, que reforzaron su presencia allí con un nuevo batallón, según indicaron los insurrectos. Debido a estos enfrentamientos, los rebeldes confirmaron la muerte de, al menos, dos gadafistas.
El nuevo incidente armado se produjo apenas 48 horas antes de que expire el ultimátum dado por el Consejo Nacional de Transición a los leales atrincherados en este lugar para que depongan las armas y entreguen el oasis.
Por otro lado, las noticias que llegan desde Bani Walid describen un panorama dramático porque, al parecer, carece desde hace días de electricidad, agua corriente, medicinas y comunicaciones, que han sido cortadas por los militares del régimen.
