Al CD La Granja le faltaron 90 segundos para superar las pruebas de Hércules. El equipo que 24 horas antes no sabía siquiera si podría entrenar tras sus dos positivos del martes, ganaba un partido crucial ante La Bañeza, el equipo que marcaba la salvación en Tercera División. Pero llegó el descuento, un mal despeje en un córner y el castigo correspondiente de Samuel. Un gol que vale tres puntos, los dos que dejan de ganar los segovianos y el que ganan los leoneses. Otra vez el minuto 93, el que vio ganar al Real Burgos y al Colegios Diocesanos en El Hospital.
La Granja no escondió sus cartas y Ricardo de Andrés, que tenía el rotulador entre las manos y la boca, como si quisiera sacar la pizarra, apostó por una presión alta. Sorprendió de salida al banquillo rival, que pedía cuidado con los balones a la espalda y las pérdidas en campo propio. La esperanza de La Granja era aprovechar el desconcierto inicial; estuvo cerca de hacerlo tras un par de recuperaciones en zona noble, pero quedaron en simples avisos. Desde una falta en el balcón del área que salió con timidez a las manos del portero a un centro envenenado de Gabi que despejó el portero.
El viento impidió a La Bañeza domar el duelo a través del juego aéreo. El cuadro leonés se desperezó con las primeras transiciones, que desembocaron en una falta que repelió atento Loren. El meta empezó frío, con un par de despistes; algo tuvo que ver la asfixiante presión de los visitantes en córners, con una línea de seis jugadores en la divisoria del área chica.
La Granja tenía claras las instrucciones. Ante cualquier robo tocaba desplegar las piezas. Y dominio posicional, con hasta diez jugadores en campo rival. Valentía innegociable. Así hizo en su mejor orfebrería de la primera parte: una triangulación entre Gabi y Lázaro que desembocó en un tiro raso de Velasco desde el corazón del área que salió demasiado cruzado. Ricardo iba cambiando a Lázaro e Ibra en las bandas mientras su banquillo pedía mordiente a Gabi: “¡Divide! Con tu potencia, ¿quién te va a parar? No te para nadie”. Los locales estaban a una ruptura de generar una ocasión clara, pero no sucedía. Lázaro llegó primero a un balón que recorría la línea de fondo, pero centró en lugar de adentrarse en busca del penalti.
El partido que empezó a trompicones, entre un cambio de balón y los problemas del pinganillo entre colegiado y asistente, volvió a dormitar a la altura de la media hora. Con esa intensidad en descenso, fue a más La Bañeza, un hecho que valida la filosofía de Ricardo: si el equipo no juega al 110%, no tiene opciones. Estuvo cerca de irse al descanso por delante el cuadro leonés en una segunda jugada, justo la receta que pedía su míster. El balón llegó colgado al segundo palo y allí lo amortiguó un atacante para que Adrián Rojo, que había entrado minutos antes en lugar del lesionado Dani Alonso, tuviera el gol a tiro. Esperó demasiado y llegó la defensa para salvación improbable de La Granja.
Los locales salieron de vestuarios con el chip restaurado, tanto en intensidad como en acierto. Empezaron a sumarse camisetas azules al balcón del área en una acción que terminó con un tiro de Ibra; cerca de la escuadra. Poco después, Velasco ganó un balón por línea de fondo y sirvió el pase de la muerte a Peli, que llegó con la daga al primer palo pero se estrelló en la última cortina defensiva. Respondió a la intimidación La Bañeza con su amenaza en el juego aéreo; sufrió de lo lindo La Granja para despejar una serie de balones que agonizaban en su propio área hasta que la secuencia desembocaba en un tiro lejano que también oteó la escuadra.
Así las cosas, Ricardo movió el árbol pronto, a más de media hora del final, e introdujo a sus dos puñales del banquillo: Ayoub y Hamza. Dicho y hecho. El dinamismo de las nuevas incorporaciones liberó a Peli, que recuperó gasolina ante aliados que interpretaban el juego con su desparpajo. El canterano de la Segoviana peleó un balón dividido, lo condujo hasta la línea de fondo y lo sirvió tenso al primer palo. Allí llegó Ayoub, más listo que nadie, para meter la cabeza y anticiparse al portero. Un gol de talento, la prueba de que para triunfar en el juego aéreo no hacen falta centímetros. Con La Bañeza descolocada tras el golpe, los segovianos estuvieron cerca de sellar el ataúd en otro balón suelto que empaló Gabi con todo; no hubo suerte, la potencia no tuvo la compañía del control.
Con marcador a favor, las proclamas cambiaron en el bando granjeño: “Orden, orden, orden”. No exento de intensidad, porque si el tiempo es relativo, el conteo con el marcador a favor en un duelo de semejante importancia es una tortura, como el goteo de una tubería oxidada. Había dos preceptos: alejar el balón del área y evitar la solidaridad de conceder faltas o córners cuando La Bañeza acercase sus navíos a la fortaleza. Bastó uno para romper el corazón local.
El colegiado se erigió protagonista del epílogo. Esperaba Sergi en la banda, pero no concedió el cambio local, algo que Ricardo no entendió. Un par de contactos del cuadro leonés sin castigo avivaron el fuego y el técnico fue expulsado. Una sanción que se une a las de Miguel, Velasco y Cristian, todos ellos apercibidos, que no jugarán el miércoles en Peñaranda el duelo aplazado de la primera jornada. El árbitro se reafirmó: “Yo no tengo prisa”. No la tuvo. Y tres minutos después llegaron las consecuencias. Desde el banquillo, con la ventana abierta, escuchó Ricardo el drama. Y de repente, el tiempo que no pasaba se volvió un suspiro.
