Así, cercana, se muestra Lolita Flores que el próximo viernes, 16 de enero, se meterá en la piel de Natalia ‘La Colometa’, protagonista de la novela de Mercè Rodoreda ‘La plaza del Diamante’, en una adaptación teatral del director escénico Joan Ollé y de Carles Guillén. Será en La Cárcel a las 20,30 horas y con las entradas agotadas en venta anticipada, por lo que se espera una larga cola para adquirir las pocas que se pondrán a la venta desde una hora antes en este centro municipal. Quienes han visto la función dicen que merece la pena, que se disfruta de su monólogo, ahora de gira después de dos meses en el Teatro Español de Madrid con gran éxito de público y también de crítica, que ha destacado especialmente la transformación de la artista.
Llevas unos meses metida en la piel de La Colometa. En ese tiempo ¿ha ganado matices el personaje o desde el principio tenías clara la interpretación?
Tenía claro desde un principio quién es La Colometa pero el teatro tiene esa magia que, a medida que vas haciendo la misma obra todos los días, vas buscando matices, gestos, miradas. El teatro es vivo, es todos los días y puedes jugar con el personaje sin salirte de los límites que el director marca.
Has comentado que La Colometa es una de esas mujeres supervivientes de la postguerra que empieza a salir adelante cuando toca fondo. ¿Algún paralelismo entre el personaje y Lolita?
Quizá en lo madre que es, y catalana, barcelonesa, porque tengo un 50 por ciento catalana por mi padre (Antonio González ‘El Pescaílla’ nació en Barcelona en 1925). Ella es de una postguerra que no he vivido, gracias a Dios, pero sí he conocido gente que sí la sufrió y lo pasó muy mal. Creo que las dos somos madres de dos hijos y por nuestros hijos seríamos capaces de hacer cualquier cosa.
¿Has tenido en cuenta algún referente, alguna interpretación femenina de monólogos?
Me he ceñido a lo que el director me ha marcado, a lo que mi corazón me ha dictado y a La Colometa que he conocido, que siento. Le doy mi piel, mi voz, mis gestos, pocos gestos, y mi ser, mi corazón. Cada uno tiene que hacer el personaje tal y como lo siente. Hay que ver a otras actrices en el teatro, monólogos como el de Lola Herrera con ‘Cinco horas con Mario’, que ha hecho durante tantos años, pero no intentar copiarlo. El papel de La Colometa me ha salido de dentro.
Parece un personaje de los que una actriz, una artista, se tiene que sentir agradecida.
Solo doy gracias a Dios y a Serrat porque no sabía todo lo bueno que me iba a dar este personaje.
¿Joan Manuel Serrat? ¿cómo?
Natalio Grueso (anterior director del Teatro Español) y Serrat son muy amigos y yo conozco mucho a Juan, lo quiero con locura. Me llamó una noche a las dos de la mañana y me dijo ‘no te lo pienses, hazlo’ y lo hice y ha salido muy bien. El tenía mucha fe en mí. Los tres tenían fe —Serrat, Grueso y Ollé— y he intentado hacerlo de la mejor manera posible, con mi corazón, con mis entrañas. O pones toda la carne en el asador o no funciona.
¿Hay gente que todavía va al teatro a ver a Lolita Flores el personaje, la hija de La Faraona y El Pescaílla, la del clan de los Flores?
Puede ser y no me preocupa, al contrario. Creo que la gente que va a ver a Lolita Flores el personaje o Lolita Flores la cantante se topa con una Colometa que les encanta y les hace vibrar. Que vayan al teatro por lo que sea que luego está en mi mano convencerles, pero por supuesto que sepan que van a ver la obra de Mercè Rodoreda; si quisiera contar mi vida no lo haría con ‘La plaza del Diamante’. No es el caso. Hay gente que me ha dicho después ‘no he visto a Lolita por ninguna parte’ y he preguntado ‘¿y eso es bueno?’ Eso es buenísimo porque se ve a La Colometa, que al fin y a l cabo es lo que quiero que vean.
En cualquier caso, ¿notas el cariño de la gente? porque se te percibe auténtica, sin fachada.
Lo agradezco. Se que la gente me quiere y siempre digo que soy una privilegiada por ese cariño, como el que tienen a mi madre, a mi familia, a mi hermana, a mis hijos… y encima tengo trabajo y salud y eso hoy en día, sobre todo en esta profesión, es un privilegio.
¿Cómo llevas lo de actuar en una antigua cárcel de mujeres?
Igual que me parece muy mal que cierren teatros para poner tiendas me parece muy bien, maravilloso, que una cárcel se convierta en un centro cultural.
