Estamos en otra Semana Santa sin procesiones, sin celebraciones, sin encuentros, sin vacaciones con amigos, sin salidas ni viajes cercanos o lejanos. Seguimos en este tiempo gris, un tiempo desconocido para todos y que nos hemos tomado como un paréntesis en nuestras vidas, aunque nos va a dejar marcados por mucho tiempo, en la forma de vivir y, sobre todo, en la forma de pensar y de mirar el futuro.
Ahora echamos de menos todos esos tópicos de ‘cargar las pilas’, ‘desconectar’, descubrir la naturaleza, los viajes de ensueño, los hoteles con encanto… Ahora no hay escapadas a lugares lejanos ni a islas paradisíacas. Seguimos atados a una incertidumbre diaria, sin estímulos, sin alicientes y en el fondo de esta niebla nuestra mente solo busca sobrevivir. Hace ya mucho tiempo que nos estamos conformando con los placeres cercanos, con los amigos cercanos y con los viajes cercanos. Quizás esa sea la mejor filosofía de vida para estos tiempos inciertos.
Tendremos que ver el lado positivo de esta situación, contemplarlo con una mirada zen, que dirían los modernos. No habrá playa en el sur, ni mariscada en el norte, ni casa rural en la montaña. No habrá escapada a Londres, ni a Praga, ni a Tallin, ni a Disneyland Paris. Vamos a disfrutar con lo cercano y con los que tenemos al lado porque siempre nos quedará Chatún, con su increíble mondejo a la plancha en el Bar de Iván.
