Más que nunca podemos decir que la moda española está de moda, ya que las tendencias nacionales ganan adeptos entre la población india más joven y con recursos. Así lo pone de manifesto el desembarco de grandes firmas como Zara, Mango y, desde hace unas semanas, Adolfo Domínguez, que ha abierto su primera tienda en Nueva Delhi.
Trajes indios como el sari, la kurta, el anarkali y la lehenga comparten ya el ropero de las mujeres indias de clase media junto a los tejanos, las camisetas de algodón, las chaquetas o los diseños atrevidos de las firmas occidentales que se van asentando en el Estado asiático desde que éste les abrió, en 2006, la opción de invertir en sociedades conjuntas.
«La India es un gran mercado para la moda, pero son todavía un poco conservadores», asegura el diseñador Sanjay Pahwa, mientras sale cargado de bolsas del primer establecimiento que Zara abrió en 2010 en uno de los centros comerciales del país.
El modisto reflexiona que, aunque la sociedad india empieza a abrirse a nuevos diseños, las marcas extranjeras tienen que seguir sus gustos y su ritmo para asentarse. Así, aprecia la creatividad de las firmas españolas y apunta que, tanto él como su esposa, se han convertido en compradores regulares de los tentadores modelos de Amancio Ortega: «Los vestidos que tienen, los cortes, los diseños, los tejidos… son impresionantes».
El rápido crecimiento de una clase media pudiente en esta nación ha venido acompañado de nuevas aficiones y gustos, también en la ropa. Así, en las calles de grandes urbes es habitual ver a jóvenes vestidas a lo occidental y a sus madres con prendas indias, pues la sociedad aún es machista y considera vulgar la vestimenta que deja zonas del cuerpo como piernas, hombros o escotes al descubierto, sobre todo en las mujeres casadas.
Incluso entre los jóvenes, el sari o el traje tradicional masculino de kurta son obligados para las grandes celebraciones, si bien los hombres visten de diario, en general, igual que los occidentales.
«Afortunadamente, algunas personas se modernizan», apunta Cheuba, que acompaña a su madre de compras y asegura que las firmas patrias «no estarían aquí si no hubiese un mercado. Y no solo Zara o Mango, hay muchas otras tiendas y marcas extranjeras que han abierto aquí en los últimos años».
Las compañías internacionales que desembarcan en la India no suelen crear colecciones exclusivas para el país ni ajustan sus precios, pero seleccionan las prendas que ponen a la venta de acuerdo con los patrones culturales indios, su clima, en general caluroso, y su pasión por los colores. «La selección de minifaldas que enviaremos aquí va a ser limitada», bromea la directora creativa de Adolfo Domínguez, Tiziana Domínguez, durante la ceremonia de apertura de la primera tienda de la empresa gallega, en otro centro comercial.
Domínguez confía en la potencia de este mercado, que aprecia nuevos estilos y valora la personalidad. «En esta cultura, ir vestido de forma individual y única es vital e importante», recuerda la creativa, aludiendo a la diversidad de ropajes que alberga el país, donde prácticamente es imposible encontrar dos saris con la misma tela o dos kurtas de idéntico diseño. «Pueden convivir la cultura del vestir tradicional con marcas europeas y americanas que aportan su visión, es un equilibrio perfecto», analiza.
En la India, Mango fue la empresa española pionera en Bombay, donde abrió tienda en 2001; Zara se asentó el año pasado con dos establecimientos en Nueva Delhi y uno en Bombay, y Adolfo Domínguez tiene previsto abrir cerca de 30 locales en los próximos cinco años.
Buena combinación
Es el mejor de los maridajes que puede haber a día de hoy en la India y en cualquier sitio: curiosidad, dinero, afán de apertura, búsqueda e internet. Todos estos factores se aúnan para que la India, una superpotencia mundial en Internet, sea una muy buena cliente de la moda de Occidente. A golpe de click.
