La Gimnástica Segoviana dio un paso más al ascenso en la última tarde invernal de La Albuera, con un sol primaveral, signo de un futuro que ya es presente. Porque el ascenso azulgrana a Segunda Federación es tan probable como que el próximo duelo de los locales en casa sea en primavera. Fue la primera visita del Colegios Diocesanos a su rival azulgrana -conocían La Albuera de sus duelos ante el Unami- y se marchó con los mismos puntos que el resto de rivales: cero. Los 11 equipos del subgrupo B de la Tercera División han salido derrotados este curso de Segovia.
El técnico de la Segoviana, Manu González, esperaba a un duelo de tú a tú ante un equipo sin demasiados mimbres para replegarse. El cuadro abulense, ascendido el curso pasado desde Regional, no estuvo a la altura del desafío. Su portero, Darío Hernández, cuajó una actuación notable, pero La Albuera es otra dimensión para la clase media del grupo. Aguantó con mérito media hora, pero claudicó igual que el resto.
Con Adeva recuperándose en la grada de sus problemas físicos, Diego Gómez está aprovechando su oportunidad. El dibujo de la Segoviana le situaba como hombre de referencia y el 9 fue un auténtico incordio para las camisetas amarillas desde el primer instante, cuando intentó enganchar un remate en una posición desequilibrada. Antes, Javi Marcos había probado suerte con un tiro lejano porque el rival ya tenía a todas sus piezas enrocadas.
Con esa disposición de fichas, las ocasiones de la Segoviana llegaron por simple inercia. Gómez enganchaba su primer disparo y el abulense Víctor González estuvo cerca de embocar en su propia portería un despeje. No solo en juego posicional llegaban los fuegos artificiales; Calleja, cada vez más metido en el encuentro, dirigió una contra sinfónica que culminó Gómez con un tiro desde la frontal que desvió con mérito Darío. El partido ya solo tenía una dirección.
Uno de los grandes valores de Gómez es su juego sin balón, una ayuda en la presión que se convierte en una pesadilla para el rival. Los centrales del Diocesanos no le vieron venir y les arrebató un balón en los primeros metros del área abulense. El delantero aguantó el esférico, la defensa rival tuvo la suficiente paciencia para no derribarle y Darío volvió a salvar el gol con una parada de mérito. Le costaba salir de su propia guarida al Diocesanos, agobiado por el dominio posicional azulgrana y córners que desembocaban en tiros desde segunda línea cómo el que ejecutó Rubén, que no cogió puerta.
Pasado el primer arreón azulgrana, respiró unos instantes el Diocesanos, un momento de oxígeno que agradece cualquier boxeador, por muy fajador que sea. Consciente de que sus incursiones a campo rival serían una excepción, no tenía miedo a la hora de acumular jugadores en el área azulgrana ante cualquier acción a balón parado. Lo defendió bien la Segoviana, solvente en el juego aéreo.
Un gol esperado
El 0-0 daba al partido la incertidumbre que se escapaba cuando llegaban los argumentos futbolísticos. Hasta que se abrió la lata. Diego Gómez pasó de rematador a asistente, escorándose al perfil derecho del área para servir un pase raso a la espalda de la defensa abulense. Allí llegó Calleja, que remachó a placer y agradeció la asistencia. Si ya cuesta puntuar en La Albuera, hacerlo con el marcador en contra es un ejercicio de ciencia ficción.
Antes de que el duelo se marchara al descanso, llegó la acción más aplaudida, firmada por Josito, el utillero del club. El partido continuaba mientras él no cejaba en su empeño intentando bajar un balón que se había quedado atascado en entre el marcador del área que acababa de estrenar Calleja y la publicidad. Su persistencia tuvo premio: el balón cayó.
El Diocesanos habría firmado llegar perdiendo por un gol al tramo final del encuentro, pero no pudo siquiera vislumbrar ese escenario. Apenas tardó cinco minutos Ivi en poner el colchón del segundo gol. El atacante azulgrana se adelantó al meta abulense metiendo la puntera. Sus compañeros vigilaron que el balón entraba en la portería rival. Y tres puntos más al casillero.
El segundo gol dio a la Segoviana tranquilidad para poder solventar la media hora final a bajas revoluciones. El marcador pudo terminar en goleada por simple inercia, con tiros peligrosos como uno de Rubén desde el balcón del área que obligó a Darío a meter una manopla salvadora. La nota negativa la puso Ivi, que se marchó con molestias tras un tiro cruzado que estuvo cerca de acabar en gol. Pocos como él conocen mejor su físico y levantó inmediatamente la mano mientras Borrego esperaba en la banda para entrar por Gómez.
El Diocesanos pidió con vehemencia una presunta mano en el área azulgrana y su entrenador, José Alberto Fernández, fue expulsado por una protesta aparentemente menor. Cuando la persiana ya estaba al borde del cierre, llegó Borrego para marcar a bocajarro el tercer tanto en el descuento. La parroquia gimnástica habría preferido no verlo para ahorrarse el susto de verle atendido en la línea de fondo mientras el partido se reanudaba. La Segoviana ascenderá la próxima jornada, la última de la primera fase, si gana en La Granja y el Astorga no vence al Palencia.
