La crisis sanitaria obliga a la Iglesia a readaptar los cultos y celebraciones litúrigicas de la Semana Santa a las exigencias de las autoridades no sólo en lo referido a aforos, sino también al desarrollo de los actos religiosos más importantes del Triduo Pascual. La Comisión Episcopal para la Liturgia, dependiente de la Conferencia Episcopal Española, ha dictado a tal fin una nota dirigida a los obispos en la que se contienen las normas y recomendaciones que han de regir para el desarrollo de las celebraciones litúrgicas de estos días, vinculadas como es obvio a la evolución de la pandemia.
En la nota, la Comisión Episcopal –de la que forma parte el obispo emérito de Segovia Ángel Rubio Castro- destaca el esfuerzo realizado para adaptar estas recomendaciones “a la realidad y circunstancias de nuestro país y ofrecerlas como instrumento y orientación para vivir el momento central del año litúrgico y de la vida de la Iglesia”.
«Se deberán respetar las normas emanadas de las autoridades sanitarias en la lucha contra el virus»
Así, y con carácter general, recomiendan la participación presencial en las celebraciones “desde un discernimiento responsable que ha de hacer cada fiel”, y señalan que en todas las celebraciones “se deberán respetar las normas emanadas de las autoridades sanitarias en la lucha contra el virus”, tales como el aforo de los templos, las recomendaciones higiénicas, el uso de mascarilla y la distancia social para “hacer de los lugares de culto espacios sanos y seguros”.
Para el Domingo de Ramos, se desaconseja la celebración de la procesión que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén en las parroquias y demás lugares de culto, y en las catedrales se realizará la entrada solemne pero los fieles deberán permanecer en sus lugares, y la bendición y la proclamación del Evangelio se hará “desde un lugar en el que los fieles puedan ver el rito”.
El Jueves Santo, la Comisión señala que ha de omitirse el rito del lavatorio de pies, pero se mantiene la procesión y la reserva del Santísimo Sacramento para la adoración y comunión al día siguiente, y en el caso de que alguna parroquia no pueda celebrarla, se pide que no se lleve a cabo la adoración eucarística desvinculada de esta celebración.
La adoración de la Cruz que se realiza en la celebración del Viernes Santo no tendrá carácter individual, ni los fieles podrán acercarse a besar la cruz, y en ese momento, la Comisión señala que el celebrante “lo hará con una genuflexión e inclinación profunda” que será secundada por los fieles cuando la cruz sea mostrada y sin moverse de su lugar.
«No parece aconsejable, dadas las circunstancias, celebrar el bautismo de niños durante la celebración»
La Vigilia Pascual también se verá afectada por estas normas, y aunque la Comisión pide que la conmemoración de la Resurrección de Cristo se lleve a cabo en todos los lugares de culto en los que sea posible garantizar un aforo suficiente para que puedan participar los fieles con seguridad, hay cambios significativos. De este modo, precisa que “no parece aconsejable, dadas las circunstancias, celebrar el bautismo de niños durante la celebración”, y si es así “hágase con todas las medidas higiénicas y sanitarias que garanticen que los signos y ritos se hagan adecuadamente, pero de forma segura”.
De igual modo, para el rito inicial del lucernario no se repartirán velas a los fieles, y será el celebrante principal quien hará la procesión por el pasillo central con el Cirio Pascual.
Los obispos pueden cambiar la fecha
La Semana Santa acostumbra a comenzar el Lunes Santo con la celebración de la Misa Crismal, en la que la curia diocesana se reúne para participar en la celebración de la Eucaristía en la que se procede a la consagración del Santo Crisma y la bendición de los óleos de los catecúmenos y los enfermos que se administran en los sacramentos del Bautismo y la Unción de Enfermos. Las recomendaciones que la Comisión Episcopal de Liturgia también llegan a esta celebración, y ponen en manos de los obispos la potestad de trasladar esta celebración “al día que parezca más adecuado”, tal y como se realizó ya el pasado año. Así, precisan que si las normas no permiten la asistencia de todos los sacerdotes de la diócesis “que al menos pueda hacerlo una representación del presbiterio –Consejo espiscopal, presbiteral o arciprestes- y que la celebración sea retransmitida para que quienes hubieran querido asistir, en particular el resto del clero, puedan al menos seguirla por estos medios”.
