El final del siglo XIX trajo consigo una verdadera escabechina en los monumentos segovianos: desaparecieron las puertas de San Martín y de San Juan; se derribó la iglesia de San Pablo y un rayo afectó muy seriamente la Torre de San Esteban. Unas décadas antes, un 6 de marzo de 1862, el Alcázar era un pasto de las llamas.
La Torre de San Esteban es una de las mejores representaciones del románico español. Y forma parte indisoluble del paisaje urbano de Segovia. En nuestra crónica hacemos un repaso por las incidencias que sufrió y que escondieron su figura de los ojos de los segovianos durante treinta y cuatro años.
