Ahora que vemos más próximo el momento de iniciar las ligas provinciales (o no), sirvan estas líneas de homenaje a los viveros que impulsaron el fútbol sala en nuestra provincia. Con cierta nostalgia (añoranza, pena, rabia, indignación, frustración y resignación) comprobamos cómo la Liga Senior, donde se reunían más de una treintena equipos repartidos en dos divisiones, con ascensos, descensos y Copa, se ha convertido actualmente en un sucedáneo de lo que debería ser, y lo peor, sin visos de poder remontar.
Era otra época. Comenzaban a asentarse las primeras competiciones federadas en nuestra provincia pero, sin duda, los maratones de fútbol sala tenían un ambiente especial. El ‘Enrique Serichol’, con Domingo al mando y el ‘Frontón Segovia’ con Renato y su inseparable puro acogían, sin descanso, partidos de un deporte que había calado con fuerza.
Los vestuarios no eran necesarios, las gradas se poblaban de bolsas de deporte improvisadas como almohadas de los que seguían adelante en el torneo. Los apeados, optaban por ‘aparcarlas’ y seguir disfrutando como espectadores, acompañados de su correspondiente bocadillo y una misteriosa bebida reconstituyente, con denominación de origen Palazuelos y que, según ellos, daba alas de verdad.
El balón rodaba durante todo el día pero la noche era especial. La luz amarillenta, el humo del tabaco y el olor a sudor y linimento creaba una atmósfera particular. En la hora más canalla llegaba el turno de los que trabajaban durante todo el día en bares y restaurantes, y al terminar su jornada, ya de madrugada, iban directamente al pabellón. ¡Menudo nivel exhibía el Campeonato organizado por el Montepío de Camareros! ¡Cuántos grandes jugadores compaginaban el fútbol sala con su trabajo detrás de la barra! Por ejemplo, Pitu o el gran Travolta.
