Resulta extraño -diría inaceptable-, comprobar cómo los agentes decisores en formación de nuestro país no muestran la más mínima preocupación ante los índices de abandono del deporte federado en edades tempranas. Seguramente nunca se hayan parado a pensarlo. De hecho, no sé si habrá una estadística al respecto (me temo que no), pero me da la sensación de que existe un porcentaje muy elevado de jóvenes que abandonan el deporte en pleno proceso de crecimiento, antes de tiempo.
Hay una serie de razones que conducen a esta especie de fracaso deportivo. En primer lugar, los propios padres no somos capaces de educar a nuestros hijos para que perciban el deporte como vía de crecimiento, desarrollo y formación, a menudo trasladándoles una perspectiva un poco rara de lo que les supone esta actividad; en segundo lugar, los clubes en que practican deporte suelen tener una orientación hacia el resultado, tanto individual como colectivo, prioritaria sobre otros objetivos, aunque digan lo contrario en sus manifiestos.
No me digan ustedes que es razonable que un joven que quiere estudiar CAFYD (el antiguo INEF) no tenga una asignatura (¡sólo una!) de actividad física en el instituto
Pero lo más alarmante de todo es la indiferencia más absoluta de nuestro nefasto sistema educativo a lo largo del tiempo hacia el deporte y la actividad física. Debe ser, digo yo, porque esta actividad fomenta la construcción de una sociedad más crítica y con mayor capacidad de pensamiento y eso, a nuestros gobernantes, poco dados a ello, no les interesa. O, si les interesa, son absolutamente inútiles, que también es posible. Pero no me digan ustedes que es razonable que un joven que quiere estudiar CAFYD (el antiguo INEF) no tenga una asignatura (¡sólo una!) de actividad física en el instituto. Esto refleja la capacidad de nuestros gobernantes para crear un sistema educativo adecuado. Antes o después, la sociedad les acusará.
