Las cámaras de televisión acompañaron ayer a los 115 cardenales electores hasta el interior mismo de la Capilla Sixtina. Vestidos con sus roquetes blancos, sotanas rojas y el capelo, los purpurados entraron solemnemente en el oratorio papal, donde bajo los frescos de Miguel Ángel, entre La Creación y El Juicio Final, deberán hoy, de nuevo, afrontar la tarea de elegir entre ellos al líder mundial de 1.200 millones de católicos.
Después de la previsible falta de acuerdo de la primera jornada, esta mañana se reanudará el Cónclave para designar al sucesor de Benedicto XVI, que se convertirá en el Pontífice número 266 de la Iglesia Católica. Para ello, los prelados podrán realizar hasta cuatro votaciones, dos antes de comer y otras tantas por la tarde.
Si el Santo Padre fuera seleccionado en las dos primeras citas con las urnas, la fumata blanca podrá divisarse entre las 10,30 y las 11,00 horas. En caso de que la aprobación fuese posterior, el humo anunciador saldría de la chimenea ubicada en el tejado de la Capilla Sixtina entre las 17,30 y las 18,00 horas.
Por el contrario, si los purpurados siguen sin decidirse por un Pontífice por mayoría de 77 votos, la fumata negra podrá volver a divisarse en el cielo a las 12,00 horas por la mañana o a las 19,00 horas, por la tarde.
Para esta segunda jornada, los cardenales tienen un estricto horario establecido. Desayuno entre las 06,30 y las 07,30 horas. A las 07,45, traslado al Palacio Apostólico y, media hora después, concelebración de la misa en la Capilla Paulina. A las 09,30 horas, en la Capilla Sixtina, rezo de media hora para, posteriormente, comenzar las deliveraciones y las votaciones, que se prolongarán hasta las 12,30 horas. En caso de que continúen sin alcanzar un consenso, regresarán Santa Marta, donde descansarán hasta las 16,00 horas, momento en el que reanudarán su búsqueda por nombrar al nuevo Papa. A las 17,50 horas, se concluirá la sesión, y a las 19,15 rezarán las vísperas.
Previsiones optimistas
Son muchos los que apuntan a que esta tarde será la de la fumata blanca y el consiguiente anuncio de que la Iglesia Católica tiene un nuevo dirigente. De hecho, los expertos vaticanistas no prevén que se haga esperar más que en cónclaves anteriores. «Apuesto a que no habrá más de dos o tres fumatas», explica el especialista en la materia Eric Frattini, convencido de que muchos cardenales ya tomaron su decisión antes de entrar.
También el Vaticano parte de la base de que la cita no durará más de dos, tres o cuatro días a lo sumo. Para la elección de Benedicto XVI en 2005 fueron necesarias, apenas, 26 horas.
Eso sí, si ningún cardenal consigue los dos tercios en las votaciones durante tres jornadas consecutivas, el proceso de elección se suspenderá por un día para realizar una pausa de oración y de libre coloquio entre los electores.
Si después de cuatro series de escrutinios no se obtuviera un resultado positivo, entonces, podrá procederse a la opción de decidir entre los dos cardenales más secundados en el último escrutinio, pero no por mayoría, sino que, de nuevo, se deberán alcanzar «al menos» dos tercios.
Finalmente, cuando sea designado el nuevo Obispo de Roma, el cardenal decano le pedirá su consentimiento y le preguntará cómo quiere ser llamado y el Maestro de Celebraciones Litúrgicas Pontificias levantará acta. Los fieles presentes en la Plaza de San Pedro podrán ver la fumata blanca. Posteriormente, el Papa se desplazará hasta la Habitación de las lágrimas para vestirse y regresará a la Capilla Sixtina para una pequeña ceremonia con una oración y un pasaje del Evangelio. En ese momento, todos los purpurados demostrarán su obediencia al nuevo Pontífice y después cantan el Te Deum.
Por primera vez, el recién designado cabeza de la Iglesia Católica irá a la Capilla Paulina a rezar unos minutos. Poco después, el cardenal protodiácono, Jean Luis Taurán, pronunciará -si no es él el elegido- el Habemus Papam.
