Es inevitable, en las actuales circunstancias, tener que comentar, un martes más, algo sobre el repelente virus. Y es que se están convirtiendo en realidad, lamentablemente, las advertencias pre-navideñas que nos hacían algunos expertos en materia sanitaria: Que eran muy peligrosas las reuniones familiares. Y aquí tenemos ahora la muestra, dado que sanitarios de algunas provincias han estado informando que varios miembros de una misma familia han ido ingresando en las tan abarrotadas UCI. Lo que quiere decir que se ha abusado en exceso de esas convocatorias de familia. Y ¡ojo! Porque ya se avisa que puede ocurrir lo mismo en la próxima Semana Santa.
Es lastimoso tener que reconocerlo, pero si muchos hemos tenido que renunciar, dolorosamente, a estar en reunión con hijos, nietos y otros familiares durante aquellas pasadas celebraciones, muy bien podía haberse seguido el ejemplo en miles de otras familias. Lo lamentable no es eso solo, sino que, incluso ante renovadas advertencias, se sigue practicando la costumbre, y por motivos de enlaces matrimoniales, de cumpleaños, incluso de defunciones, continúa habiendo reuniones familiares en número excesivo. En esto se refleja la nula responsabilidad de muchas personas.
A ello hay que sumar esos comportamientos que se vienen registrando por parte de los ‘negacionistas’ y de muchos jóvenes insensatos que persisten en sus reuniones caseras o a cielo abierto. Y de ello, lamentablemente, no nos libramos aquí, en nuestra ciudad y en algún que otro lugar de la provincia.
Todo esto se une a esa llamemos ‘costumbre’ que parece se está instaurando de que jóvenes de países inmediatos –Francia concretamente- organicen viajes especiales para reunirse en fiesta prohibidas en pisos turísticos de Madrid. Ojo, porque Segovia puede caer muy fácilmente en el área metropolitana madrileña.
Está visto que, en general, tenemos poco cuidado para protegernos nosotros mismos y tratar también de proteger a los demás. Parece que en nuestra ciudad prima la responsabilidad; al menos en lo que se refiere a la presencia de peatones ‘enmascarados’ en las calles, y asimismo cuantos viajan a bordo de vehículos, pero por eso no debemos confiarnos demasiado y relajarnos ante un día de sol que apetece el paseo o tomar una consumición en una terraza; y es que en éstas, con frecuencia, especialmente al anochecer, se ven grupos, incluso de más de cuatro personas, especialmente jóvenes, disfrutando del ambiente y sin mascarilla.
Seguir las noticias que a diario nos ofrecen los medios de comunicación debería servirnos de lección y de orientación para cuidar al máximo nuestro comportamiento. Porque los informes sobre la situación en los hospitales, de fuera y de aquí, no son nada halagüeños, y esa puesta al día debe servirnos para ‘apretarse el cinturón’, prescindir de ocasiones de posible peligro y, repito, contribuir a la colaboración que prestan la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Informan que una comisión especial de la Organización Mundial de la Salud se ha desplazado a la ciudad china de Wuhan, para estudiar e investigar el posible origen allí del virus. Como se recordará, Wuhan, ante los primeros indicios, quedó drásticamente aislada durante un cierto tiempo, medida que sirvió para que hoy, aunque sigan vigilando el estado de la pandemia, se pueda desarrollar en ella una vida completamente normal.
Este hecho demuestra, de nuevo, lo tardíos que estuvimos aquí para tomar medidas de prevención. Y, por cierto, hay que observar un detalle que muy bien ha puesto de relieve recientemente, en su colaboración semanal en este diario, mi colega “y sin embargo amigo”, Alberto Martín Baró: Que en este país se han olvidado por completo las operaciones de desinfección tanto callejeras como en grandes locales. Lo que no parece que sea muy recomendable, pues fumigaciones frecuentes con carácter general ayudarían a evitar la mayor propagación del virus.
