El Gobierno salió ayer al paso de las informaciones que apuntan a que está estudiando una congelación de la cuantía de las pensiones para ahorrar 4.000 millones de euros y el adelanto de la entrada en vigor de la reforma que retrasa la edad de jubilación a los 67 años.
El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, enfatizó: «Yo creo que las pensiones las subiremos». El jefe del Gabinete hizo esta afirmación en un encuentro informal con periodistas en Roma, en el marco de la reunión de la Internacional Demócrata de Centro, después de que la agencia Reuters asegurara que el Ejecutivo planeaba usar estos subsidios de los jubilados como moneda de cambio al posible rescate del país.
Así la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, negó también esa información y se remitió al desmentido del Ministerio de Economía. Además, recordó que Rajoy ya afirmó públicamente que estas retribuciones serían «lo último que él tocaría».
En esa charla informal en Roma, el líder del PP adelantó que las dos únicas partidas que va a subir son las pensiones y la relativa al pago de los intereses de la deuda.
Acerca de una posible intervención, Rajoy señaló que están estudiando si conviene o no pedirla, ya que hay que ver con calma cuáles son las condiciones que implicaría. Además, subrayó que habría que ver si los países continentales están de acuerdo y contar con su apoyo. El jefe del Ejecutivo anunció que no está negociando esa petición de ayuda con la Comisión Europea, insistió en que hará lo que le «conviene» al país y siempre pensando en el interés general de sus ciudadanos.
Desde el Departamento de Economía, que preside Luis de Guindos, y desde el núcleo del Gabinete se aseguró que no es cierto que se planteen estas cuestiones de congelar las pensiones en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. «Esa información ha sido desmentida tajantemente por el Ministerio y a esas palabras me remito», manifestó Soraya Sáenz de Santamaría. Las pensiones son la única gran partida presupuestaria en la que hasta ahora no se ha metido la tijera.
De esta forma, Rajoy deshoja la margarita de un nuevo rescate tras el de los bancos. Se lo toma con calma, con intención de minimizar el coste político, lograr mejores condiciones y la remota esperanza de que los mercados se calmen y no tenga que acudir finalmente a ese auxilio, pese a la premura con la que insta el sector económico y financiero español, que teme una nueva ofensiva de los mercados.
Y es que el anuncio del BCE de una compra de deuda de los países en problemas como España -previa petición de rescate- dio oxígeno al país. Pero las dudas siguen latententes, y es que, según los analistas, la mejoría responde a la expectativa de la intervención. Si Rajoy sigue dilatándola, el acoso que se vivió en julio podría reproducirse. Es lo que temen muchos, habida cuenta de que el PP se enfrenta el 21 de octubre a dos elecciones autonómicas, en Galicia y el País Vasco.
Desde Alemania llegó ayer un refuerzo para el líder del PP. El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, aseguró que España no necesita un programa de rescate. «Este país lo hace bien y con éxito y por eso digo que no reclama una nueva ayuda», manifestó.
La Comisión Europea negó, además, que se negocie en secreto un paquete de rescate con la Unión Europea, como paso previo para que el BCE ponga en marcha su programa de compra de deuda nacional. La liebre la había soltado pocas horas antes la edición alemana del Financial Times, situando en el centro del programa un aumento de los impuestos y medidas de ahorro. Bruselas está hablando con Madrid, pero sobre el nuevo programa de medidas nacionales que se presentará el jueves.
El Gobierno mostrará la semana que viene el nuevo plan de reformas estructurales que anunció Luis de Guindos en la reciente reunión del Eurogrupo en Chipre y que estará en línea con las recomendaciones de la Comisión Europea. También en próximas fechas el Ejecutivo dará a conocer su proyecto de presupuestos generales del Estado para 2013.
