LA ENSALADA Y SALPICÓN
HIZO FIN ¿QUÉ VIENE AHORA?
LA MORCILLA, ¡HO GRAN SEÑORA
DIGNA DE VENERACIÓN!
¡QUE ORONDA VIENE Y QUE BELLA!
¡QUE TRAVES Y ENJÚNDIA TIENE!
PARECEME, INES, QUE VIENE
PARA QUE DEMOS CON ELLA.
MAS DÍ, ¿NO ADORAS Y APRECIAS
LA MORCILLA ILUSTRE Y RICA?
¡COMO LA TRAIDORA PICA!
¡QUE LLENA ESTÁ DE PIÑONES!
MORCILLA DE CORTESANOS,
Y ASADA POR ESAS MANOS
HECHAS A CEBAR LECHONES.
Como vemos, en esta composición gastronómica de Baltasar del Alcázar, conocida por la “Cena Jocosa”, ya en el siglo XVI y aún antes se cantaba y alababa a la morcilla.
¿Pero qué misterio o simbolismo tiene para que sea hecha exclusivamente por manos femeninas?.
No he conseguido encontrar en mis lecturas gastronómicas hombre alguno que se haya dedicado o se dedique a la manufacturación de ellas.
Hay un hecho importante en favor de las féminas: en los monasterios y conventos de monjes siempre se ha dicho que eran los sitios en donde mejor se comía, en sus bibliotecas donde había libros y manuscritos con recetas de cocina, no había ninguna para la fabricación de la morcilla.
En el Concilio de Letrán, se contemplaba el tradicional horror de la iglesia ante la sangre. ¿Sería por esto el que no hicieran estos sabrosos embutidos? Pero iré más lejos, ¿que simbolismo tiene el que en una matanza del cerdo sea la mujer la que recoja la sangre de la degolladura, y sea ella la que la mueva con sus manos?
¿Y qué extraña reacción ocurre cuando esa mujer está en ese periodo del mes, que si está haciendo lo antes dicho se corta la sangre del cerdo? ¿Es un rito o una costumbre? Yo más bien me quedo con lo primero.
¿Tendrán importancia los astros?
En Egipto se permitía comer el cerdo en días de plenilunio, momento este en el puesco perdía sus malignas propiedades. No hay que olvidar que la luna, diosa tutelar femenina, fue en la civilización mediterránea el símbolo de la fecundidad, su vinculación al sacrificio del cerdo es una herencia espiritual que todavía sobrevive en muchos lugares de la Península Ibérica.
¿Sera esta herencia que pervive entre nosotros, la que sigue haciendo de la mujer que sea imprescindible en este sacrificio, como parte primordial del mismo?
Y en este punto es en donde entra Santa Águeda.
Según se cree, sobre el año de 1.227, al cumplir el siglo en que se trasladaron desde Constantinopla a la ciudad de Catania las venerables reliquias de esta Virgen y Mártir, créese que tuvo origen en Zamarramala la fiesta que la tributaban las mujeres casadas y viudas del mismo pueblo el día 5 de febrero, (este caso ocurre después de la repoblación, momento importantísimo en la iglesia y sus santos).
Más bien creo que había una gran celebración en los meses de enero o febrero, época idónea para la matanza, tenga que ver con la luna y creencias egipcias o no, pero lo importante es que ahí estaba la mujer en su papel de gran sacerdotisa y que nunca ha sido relevada de ese cargo como es el de hacer lo que llamamos “morcilleras”, cierto nombre un tanto incierto este. Se estima su preparación unida al consumo que de la sangre hicieron los hombres primitivos, bien para alimentarse o fortalecerse, bien como prácticas de tipo mágico o superticioso.
Hay quien es de la creencia que estos embutidos son originarios de Asiria, y que en Europa se introdujeron gracias a los fenicios.
De la misma opinión son los componentes de la Confrerie des chevaliers du Coute-Boudin, de Mortagne au Perche. Quienes antes de ingresar en esta institución encargada de defender en todo tiempo y lugar la “MORCILLA” con mayúsculas, tienen que citar un formulario en el que recoge la frase siguiente: “Por Hiran, Rey de Tiro y los fenicios, creadores de la MORCILLA”.
Particularmente creo que por el mero hecho de hacer ese maravilloso embutido llamado “Morcilla”, las mujeres y en este caso las casadas y viudas, tienen por lo menos el día de Santa Águeda la facultad de coger el bastón de mando y hacer lo propio ¡VIVA SANTA ÁGUEDA!
