El año del Covid ha congelado las salas de la Biblioteca Pública de Segovia y ha caldeados sus servicios digitales. El año del Covid ha hecho que las constantes vitales del centro gestionado por la Consejería de Cultura y Turismo se hayan podido mantener a buen ritmo gracias a Internet y al teléfono que se han convertido en sus respiradores artificiales.
Las tecnologías de la comunicación y la información ya estaban en uso antes de que llegara la pandemia hace cerca de un año, han ganado protagonismo en 2020, lo siguen teniendo, y probablemente engancharán para el futuro a muchos de sus nuevos usuarios, pero no logran sustituir el contacto directo entre lectores y bibliotecarios que tanto necesitan ambas partes.
Los trabajadores y los usuarios de la Biblioteca han hecho un ejercicio de elasticidad para adaptarse a marchas forzadas a las distintas medidas de la crisis sanitaria impuestas por el Gobierno central y por el regional desde el pasado mes de marzo. Este ejercicio de flexibilidad ha sido fundamental para cubrir la necesidad básica de acceso a la cultura que tienen los ciudadanos aunque las puertas del centro, situado en el barrio de Comunidad de Ciudad y Tierra de la Segovia, estuvieran cerradas o solo entreabiertas.
Cronología
La Biblioteca Pública de Segovia (BPSEG) estrenó el año 2020 con la misma tendencia que tenía desde el 2019, estabilización de préstamos y un aumento de actividades y visitantes.
Desde el 14 de marzo hasta el 1 de junio permaneció cerrada al público, aplicando la declaración del Estado de alarma, la orden de confinamiento de toda la población, y el inicio del proceso de desescalada. Durante ese periodo de tiempo el personal estuvo trabajando desde casa y presencialmente en labores de atención telefónica, mediante correo electrónico y en redes sociales, tareas internas propias de la biblioteca y de comunicación en la web y las redes sociales. La mayor parte de esas consultas se ceñían a la mecánica de uso de las plataformas virtuales de libros y audiovisuales, eBiblio y CineCyL, explica el director de la Biblioteca de Segovia, Roberto García Arribas. Estos servicios son los que más han aumentado su actividad el pasado año.
El día 1 de junio, la Biblioteca reabrió presencialmente con reorganización de sus servicios y estancias para adecuarse a las normas para la prevención y control de la pandemia: puertas abiertas para que hubiera ventilación natural, aforos limitados, mamparas, gel desinfectante, uso obligatorio de la mascarilla, cuarentena para los libros…En ese momento, la demanda de los servicios se realiza preferentemente de forma telemática y se establece un itinerario que restringe el acceso libre de los usuarios a las colecciones y estancias de la biblioteca.
“Se aprovechó la nueva apertura para cambiar la política de préstamo de la biblioteca, con lo que los usuarios pueden acceder a un mayor número de documentos para llevar en préstamo, por ejemplo, se pasó de 5 a 10 libros para préstamo domiciliario durante un mes”, recuerda el equipo de bibliotecarios.
El público se va familiarizando con la demanda telemática y telefónica, cuyo uso va creciendo semana a semana con un grado de satisfacción alto, según lo reportado en el mostrador de información y a la dirección del centro.
En septiembre de 2020 se retomaron las actividades culturales en el Salón de Actos con el Hay Festival. Los clubes de lectura y los cinefórum reanudaron su actividad en el mes de octubre con las restricciones establecidas, lo que llevó a realizarse algunas sesiones mediante la aplicación Zoom.
Desde el 4 de noviembre, con el restablecimiento del nivel de alerta 4 y la reducción nuevamente de aforos, la Biblioteca Pública impulsó una oferta de accesos online a los usuarios de clubs de lectura a través de la plataforma Zoom, así como emisiones en streaming de las actividades presenciales para favorecer que todos los ciudadanos tengan acceso a ellas. Las grabaciones se pueden visualizar en el perfil de YouTube. Hay ejemplos sobresalientes como la charla de la investigadora del CSIC Margarita del Val, sobre Covid, dentro del III Ciclo de Ciencia, o el concierto de La Bazanca, sobre música folk de Castilla y León.
Repasar lo vivido este pasado año que ha transformado la vida de todos, causa todavía dolor a los bibliotecarios pero más aún ver que algunos episodios se repiten. El pasado viernes, la Biblioteca tuvo que volver a cerrar por orden de la Junta de Castilla y León, y sus salas vuelven a ofrecer la imagen de mero ‘deposito de libros’ que no corresponde a la realidad del joven y dinámico centro cultural que es.
“La tendencia al uso de lo virtual es creciente, pero desde BPSEG consideramos que las actividades tienen que realizarse presencialmente en la medida de las posibilidades que ofrezca la pandemia, los creadores y los usuarios”, explica Roberto García.
Los bibliotecarios esperan, desean, sueñan, necesitan conversar cara a cara con los lectores y ver a los jóvenes entrando a estudiar, a los niños en las salas de Infantil, a los investigadores escrutando documentos, a los mayores leyendo el periódico y a los usuarios paseando entre las estanterías buscando un libro. “Nuestro trabajo no tiene sentido sin el público”, aseguran.

