«Has venido de lejos y nos has conquistado con tu sencillez», era uno de los carteles que se podían leer ayer en la Plaza de San Pedro, donde decenas de líderes mundiales y una multitud procedente de los cinco continentes se congregaron para celebrar la inauguración del Pontificado del primer Papa latinoamericano de la Historia.
Francisco recibió en la ceremonia el Anillo del Pescador y el palio y se encuentra, así, simbólicamente en el «kilómetro cero» de su Ministerio, pasados siete días de su elección en los que con sus reiterados gestos de cercanía a los fieles ha traído aire fresco a un Vaticano sorprendido todavía por la reciente renuncia de Benedicto XVI.
El argentino Jorge Mario Bergoglio salió elegido Santo Padre en un Cónclave en el que la mayoría de las quinielas lo habían descartado por su edad, 76 años, y desde entonces ha ocupado los titulares de los medios de comunicación por no llevar la cruz pectoral de oro de sus predecesores sino una más sencilla, no usar el coche oficial o haber saludado uno a uno a los fieles que acudieron el pasado domingo a la Misa que celebró inesperadamente en una pequeña iglesia del Vaticano.
Antes de la Eucaristía de Inicio del Ministerio del Obispo de Roma, se dio un baño de multitudes al recorrer en un jeep descapotable la Plaza de San Pedro, saludando, sonriendo y besando a niños y a un discapacitado, para el que hizo parar el coche y se bajó de él a medio trayecto. Y en su homilía, se mostró de nuevo dispuesto a trabajar por «los más pobres», después de que ya el sábado desatara un fuerte aplauso en una audiencia con miles de periodistas al desear «una Iglesia pobre y para los pobres». Con su nombre rinde, además, homenaje a San Francisco de Asís, quien renunció a su riqueza para asistir a los desvalidos.
Estas actuaciones de proximidad son actitudes que gustan a los fieles y que han animado las esperanzas de cambios en la Santa Sede, cuando Bergoglio todavía no ha revelado ninguna de las medidas concretas que aplicará al frente del Vaticano. Los expertos consultados insisten en que una de sus prioridades debe ser reformar la Curia romana, después del escándalo de filtraciones Vatileaks, si bien, por el momento, mantiene a todos ellos.
«Soy romano y he visto a muchos Papas, pero este tiene puesta una marcha más. Se ve que disfruta con la gente y que está atento a sus sufrimientos. Trae esperanza al futuro», afirmó Antonio, un italiano de 80 años presente en la Misa. «Es un hermano, un pastor, y lo digo no porque sea argentina, sino porque Francisco transmite a todos su frescura», dijo por su parte Mónica, una abogada de 44 años.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, quien el pasado lunes almorzó con el nuevo Obispo de Roma, dijo después del encuentro haber visto a Francisco «ocupado y preocupado» por su «compromiso de modificar las cosas que él sabe que deben cambiar».
El Pontífice se tomó más tiempo del normal para conversar con los líderes latinos presentes en la ceremonía. Besó a la anciana madre del presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el mandatario de Chile, Sebastián Piñera, le llevó unos rosarios para que los bendijera.
La ‘coronación’ de un Papa humilde
La jornada de la Misa de Inicio del Ministerio Petrino de Francisco comenzó antes de la Eucaristía con la entrega de las insignias papales, el Anillo del Pescador (imagen inferior) y el palio, además de la imposición de la mitra (superior). Posteriormente, el Santo Padre se dirigió hasta la Plaza de San Pedro, en donde le esperaba una gran multitud.
