Ser entrenador es una tarea que requiere de una preparación técnica y táctica muy concienzuda. Aquel que orienta su carrera profesional hacia este campo laboral debe pasar por una formación inicial basada en superar diversos cursos federativos. Ahora, estos títulos se obtienen mediante la enseñanza reglada completándose con el título de Técnico Deportivo Superior, equivalente a un Grado Superior de Formación Profesional.
A estos requisitos, más o menos académicos, hay que sumar que el responsable de un grupo deportivo se le suele pedir que tenga cierta experiencia como practicante de esa disciplina o bien haber participado en la organización y dirección de un club o equipo.
No todo es tener sabiduría sobre la lógica del juego, también es necesario tener empatía
Además de los conocimientos y la experiencia se le ha de exigir otras cualidades que le aporten valores como entrenador. Se trata de la faceta humana. No todo es tener sabiduría sobre la lógica del juego, también es necesario tener empatía y ofrecer interés por hacer mejorar a sus ‘alumnos’, tanto en la cancha como en su comportamiento social. Exigir no significa faltar el respeto, tampoco requerir disciplina supone ser intolerantes. En el fondo, entrenar no solo es transmitir conocimientos deportivos, sino que va más allá, se trata de educar.
Cualquier actuación inadecuada que no vaya por el camino anteriormente citado atentará contra el deportista
Por tanto, cualquier actuación inadecuada que no vaya por el camino anteriormente citado atentará contra el deportista. Para protegerle, la nueva Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia trata de garantizar que los entrenamientos se realicen en entornos seguros, donde no tengan cabida los insultos, las vejaciones, los menosprecios, los abusos, ni ningún tipo de acoso. De ahí que ahora las federaciones tienen la obligación de crear la figura del delegado de protección. Una gran decisión.
