Durante estas Navidades, he tenido el enorme placer de inmiscuirme en la lectura de La teoría de la desconexión moral del eminente psicólogo canadiense Albert Bandura.
Bandura plantea que algunos seres humanos emplean diferentes mecanismos de tipo cognitivo para justificar su conducta cuando esta va en contra de principios morales aceptados por el común de los ciudadanos. Cita ocho. Me quedo con el sexto: comparación ventajosa. Es un mecanismo defensivo que supone realizar equiparaciones entre la propia conducta y otra mucho peor, de tal manera que por comparación la primera no parece tan grave. Un ejemplo es la típica expresión “pero no he matado a nadie”, con la que muchos justifican su actuación. Otra que se suele repetir es excusar una conducta por ser respuesta a otra peor, o más grave.
En ocasiones, las comparaciones no son justificativas, simplemente se utilizan por pereza moral e intelectual en la realización de un análisis, buscando la alerta desmedida y desproporcionada. A los que peinamos canas algunos de nuestros mayores nos recordaban lo malo de las disputas políticas —y por lo tanto del régimen parlamentario— remontándose a los orígenes de la Guerra Civil. Las comparaciones que acuden a la historia son especialmente desafortunadas puesto que eluden un contexto con una moral social de normal diferente a la que predomina en el presente. Es tan erróneo desde el punto de vista intelectual equiparar a la Iglesia de la Inquisición europea con la actual como la comparación de la Proposición de ley orgánica de regulación de la eutanasia, ahora en el Senado, con el Projeckt Aktion T4 de septiembre y octubre de 1939 implantado por el régimen nazi. Como decía, supone, cuanto menos, una pereza intelectual o una muestra de escasez en el argumentario. En lugar de acudir a razonamientos se alude a un ejemplo anterior estigmatizado moral e históricamente, aunque la ligazón sea inexistente. Es la otra cara de lo expresado en el primero de los párrafos: una de esas desconexiones con las que se pretende justificar una conducta o imponer una opinión con un mecanismo que más tiene de defensivo que de explicativo.
El lenguaje es el mayor privilegio del ser humano racional. Aunque en ocasiones su uso espurio haga parecer lo contrario.
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