El Adelantado de Segovia
sábado, 6 diciembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

Entrenar águilas o engordar pollos

por Julio Montero
31 de diciembre de 2020
en Tribuna
JULIO MONTERO 1
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

La última curva

Los lunes de San Nicolás

Puedes besar a la novia

Hace ya años tuve que explicar a unos políticos qué pretendíamos al poner en marcha una naciente Universidad. Les puse tres fotos sobre la pantalla de la presentación: en una había algunos huevos de diversas aves; en otra un pollito amarillo de los que todos hemos visto mil veces y la última era un águila real en pleno vuelo y con sus alas desplegadas. Les dije que para los que no son expertos en aves es difícil distinguir unos huevos de otros; nunca acaban de saber si de allí saldrá un pajarito o una rapaz poderosa. Para que no tuvieran dudas, concluí, como experto en universidades, que de allí saldría un águila. Y lo decía porque por entonces tenía el firme convencimiento de que las universidades eran para criar y entrenar grandes aves de vuelo majestuoso, mirada penetrante y garras fuertes.

Años después me encontré con un establecimiento, de estudios superiores al parecer, que realizaba una ingente tarea social: ofrecer una nueva oportunidad para reincorporarse, o para iniciar, una tarea profesional de nivel de especialización superior. Su organización era moderna y eficaz. Parte de su éxito se basaba en su capacidad para ajustarse a las necesidades de un estudiantado ya en plena actividad profesional, con familia y obligaciones, que deseaba una especialización para mejorar su posición profesional. Iban al grano. No tenían tiempo para filosofías, ni ellos ni sus familias. El dinero de la matrícula había retrasado la renovación del coche y/o había obligado a dejar la playa por el pueblo en las vacaciones veraniegas; en las que además había tenido que hacer el Trabajo de Fin de Máster o las prácticas profesionales.

El resultado era una formación especializada, práctica y útil, de nivel universitario de especialización, perfectamente programada y medida, administrada en las dosis adecuadas y en plena y perpetua revisión de mejora. Los diseños de las titulaciones estaban recomendados por profesionales de valía y prestigio en las diversas áreas y entre los profesores, en la medida en que lo permitía la normativa, no faltaban gentes de experiencia en aquellos ámbitos. En fin, el éxito era frecuente y era elevadísimo el porcentaje de los que mejoraban su situación profesional en sus empresas o en otras nuevas a las que accedían. En pocos años sus estudiantes se contaron por decenas de miles cada curso y sus antiguos alumnos superaban los habitantes de bastantes capitales de provincia.

Me pareció que aquella organización perfecta se parecía mucho a una granja de engorde de pollos: la ración adecuada, con los elementos nutritivos justos para conseguir el peso previsto, en el menor tiempo posible; en el espacio preciso, sin movimientos que produjeran gastos innecesarios de energía; un calendario que controlaba objetivos para rectificar lo que fuera preciso… En fin, todo lo que asegurara el cumplimiento de objetivos y satisficiera la demanda dentro del marco normativo que establecen los ministerios y las diversas oficinas de protección al consumidor.

La verdad es que criar y entrenar águilas es más complicado. A mí me entusiasma, cada una tan distinta. Lo primero de todo es que no es un proceso industrializable. No hay manera de definir un producto mínimo viable (PMV) perfectamente escalable y estandarizado para todo tipo de entrenadores y de águilas. En esto, cada caso es cada caso. Desde luego caben nociones generales sobre el vuelo y la caza; pero si lo que pretendes es que las rapaces cacen, que es lo suyo, el asunto no se resuelve organizando cacerías y fijando puestos y menos aún vendiéndolos.

Hay que enseñar a aprovechar las cualidades concretas de cada rapaz y lo que se enseña no es nunca “un” modo de cazar o de volar, sino “su” modo de hacerlo mejor. La realidad sin embargo puede ser dolorosa: hay muchos pollos, millones; y cada vez quedan menos águilas. En muchos sitios estas son especies protegidas. Los coleccionistas de falsos honores son capaces de hacer disecar una para presumir ante las visitas; pero no se les ocurre hacerlo con un pollo de factoría. La vida de las águilas parece cada vez más difícil, pero la verdad es que siempre lo ha sido. Hay gente a la que le parecen poco prácticas y abundan los que las consideran peligrosas. Lo peor (y lo mejor) de todo es que crías un águila, la entrenas y cuando mejor está la tienes que soltar. Lo mejor es que si de verdad ha aprendido a volar alto verás la cosas mejor que tú, su maestro. Hay que ser de un metal especial para ejercer ese oficio, que solo parece procurar disgustos: todo lo que haga el águila te lo recriminarán los que se sientan dolidos por ella, con razón o sin razón. Algunos hasta se empeñan en darte una lección, por supuesto por tu bien, por haber hecho bien tu trabajo.

Uno puede preguntarse si quedan criadores de águilas; pero los que aún aguantan se quejan de la escasez de aguiluchos. A fin de cuentas hay mucha boca que alimentar, mucha empresa que necesita disponer de pollos en abundancia. Las águilas solo aguantan en parques protegidos y muchos de los que dicen amarlas, en realidad, solo quieren disecarlas y no se quedan tranquilos hasta que las meten en una vitrina. Hay que estar decididos a levantar el vuelo para no perder la libertad, que en esto, es como perder la vida.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda