Después de que el pasado lunes se especulase con su paradero, con informaciones que le situaban en Venezuela y otras que confirmaban que se encontraba en Trípoli «al pie del cañón», el líder libio Muamar el Gadafi dio ayer la cara en un inesperado mensaje en la televisión estatal, en el que ratificó que, a pesar de las revueltas que piden el fin de su régimen, «no dejará el poder», a la vez que hizo un llamamiento a sus partidarios para que salieran a la calle « a proteger la revolución», mientras anunciaba también reformas para «una nueva república».
El cuestionado gobernante advirtió de que si la situación no se normaliza en los próximos días, encabezará un movimiento «con el apoyo de millones de habitantes del desierto que limpiará Libia casa por casa».
Gadafi aseguró, asimismo, y para evitar nuevos rumores sobre su marcha, que está «fuera de toda duda su dimisión» que los manifestantes le reclaman desde el 17 de febrero pasado.
El líder libio añadió que él no se considera un mandatario del país, sino «un dirigente de la revolución.»
«Si yo fuera presidente, os tiraría mi dimisión a la cara, pero yo soy el líder de la revolución, cogeré mi fusil, permaneceré en Libia y derramaré hasta la última gota de mi sangre», aseguró en su discurso.
Los disturbios en las calles del país, y principalmente en su capital, Trípoli, desde hace una semana han dejado centenares de muertos, pero según el gobernante son una «mentira» de las cadenas de televisión de nuestros hermanos árabes.
Respecto a los manifestantes que reclaman justicia y libertad dijo: «Son unos jóvenes de 16 a 17 años que se drogan y están manipulados por los agentes de los servicios secretos extranjeros».
Con un tono en ocasiones amenazante, en otras conciliador, Gadafi aseguró que aquellos que levantan sus armas contra Libia son merecedores de la pena de muerte y en esta ocasión no habrá perdón, aunque «lo pidan sus familias» y las autoridades pudieran proceder a su reeducación, al tiempo que descartó cualquier acto de división del país.
Dichas declaraciones estaban precedidas por las palabras de su hijo mayor, Seif El Islam, que en su intervención televisada del pasado domingo había barajado la posibilidad de la repartición del territorio libio en diversos estados si continuaban los disturbios.
Igualmente, Gadafi utilizó la amenazada del terrorismo y calificó a los numerosos islamistas que se incluyen dentro de los miles de manifestantes como «afiliados a Al Qaeda de Osama Bin Laden».
El líder árabe preguntó, asimismo, en su discurso a su pueblo: «¿Queréis que Estados Unidos ocupe Libia como han hecho con Irak y Afganistán?».
Después de las amenazas, adquirió un tono más conciliador y ofreció la posibilidad de elaborar una Constitución y nuevas leyes, a la vez que anunció la creación de otras administraciones locales, «comités populares.»
«Mañana podemos comenzar una nueva república» y prometió a sus compatriotas la posibilidad de disponer del petróleo y de otras riquezas del país» que los libios se repartirían.
Las reacciones al discurso de Gadafi no tardaron en producirse, tanto en Libia como en la comunidad internacional y si la televisión estatal difundió imágenes que presentan escenas de alborozo en Trípoli, los habitantes de esta ciudad recibieron el discurso con rechazo.
La cadena qatarí Al Jazira recogió, por su parte, las reacciones en Bengasi, donde ciudadanos tiraron sus zapatos contra pantallas gigantes desde donde sus habitantes seguían las declaraciones del dirigente.
El mismo canal manifestó que los disparos se sucedieron en diversos puntos de la capital libia, después de la intervención del mandatario, entre mercenarios y manifestantes, sin precisar si se habían registardo nuevas víctimas.
Por su parte, la Liga Árabe decidió ayer suspender la participación de Libia, que ostenta la Presidencia rotatoria de la organización, en todas sus reuniones, durante una sesión extraordinaria de sus delegados permanentes celebrada en El Cairo.
