¡Qué difícil resulta hacer un balance deportivo en este año que, afortunadamente, se va para siempre! Nunca un gol fue menos importante, ni un partido por final que fuera, ni títulos, ni ascensos ni descensos. Ni esa centésima bajando nuestra marca, ni ese salto alcanzando un milímetro más, ni ese lanzamiento que se aleja de nuestra vista un milímetro.
Nuestra importancia mediática es comparable a ese vídeo de felicitación navideña de 80 megas, que nadie sabe quién lo creó y recibimos en bucle, para, no sé si movidos por buenos deseos, o simplemente por fastidiar, lo reenviamos a todos nuestros contactos, en una maravillosa lista de difusión.
Lejos de ser un problema, quiero creer que ese segundo o tercer plano mediático nos hace estar más pendientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y valorar más los pequeños detalles. Quizá con una sobredosis de espíritu navideño podamos ser un poquito mejores. No me refiero a hacer de la filantropía una filosofía de vida, sino simplemente decir “gracias” aunque la mascarilla no permita acompañarlo con una sonrisa.
Mis mejores deseos para todos los proyectos, especialmente a aquellos que, por el hecho de desarrollarlos gente que no acapara portadas o por insignificantes que puedan parecer para los demás, llevan detrás mucho trabajo e ilusión. Y puestos a regalar…regalemos tiempo. Sin lazos ni grandes envoltorios pero con kilómetros de generosidad.
Gracias a todos los que emplean su tiempo para que sus equipos y deportistas puedan ser mejores cada día y lo hagan con la máxima seguridad y cuidados. Nos queda un largo camino, lleno de obstáculos, pero aquí no se rinde nadie. Sigamos luchando por ese balón, por ese milímetro y esa centésima. Salud para todos y por favor, cuídense.
