«Para el que sabe ver que siempre habrá al final del laberinto de la vida una puerta de oro». Con estas palabras cierra el poeta leonés Antonio Colinas su Obra Poética Completa, un volumen que acaba de publicar y que reúne 45 años de poesía. Un viaje creativo que, como dice su verso, continúa.
Así, fiel a una voz poética que arrancó temprano con Poemas de la tierra y de la sangre y Preludios a una noche total, en 1967, el poeta, ensayista, y traductor encierra ahora en un volumen toda una vida dedicada a un riguroso y sensible trabajo basado en la búsqueda, en el tiempo, la armonía y el silencio, sin perder de vista la realidad y la experiencia de vivir.
La obra de Antonio Colinas, premio Nacional de la Crítica y premio Nacional de las Letras de Castilla y León, es fundamental para entender la lírica contemporánea escrita en lengua española. Él lo define como «Poesía vivida, poesía ensoñada de una realidad transformada y metamorfoseada, de una realidad comprometida».
La Obra Poética Completa son 16 libros y dos manuscritos rescatados, ampliados y pulidos, que el escritor compuso en el año 1972, tiempo en el que también acuñó uno de los títulos más emblemáticos de la última poesía española, Sepulcro en Tarquinia; y El laberinto invisible.
Los versos de El laberinto invisible cierran el volumen con los últimos poemas inéditos del poeta, escritos algunos de ellos en su último viaje a China y donde se vislumbra ese sedimento oriental que también caracteriza a un Colinas que ha ido despojándose de la palabra tensa, en busca de un enredo de quietud invisible, como él mismo reconoce.
Y, entre medias, incluye Noche más allá de la noche (1980), el libro que eligiría de entre todos por pertenecer a una etapa vital «muy dura y extrema». Escrito desde el dolor y la plenitud de la vida, por eso ocupa el lugar central de esta compilación.
Pero también figuran Astrolabio, Jardín de Orfeo, Libro de la mansedumbre, Libro de la mansedumbre, Tiempo y abismo o Desierto de la luz. Ejemplos, todos ellos, que muestran el cambio del mapa poético por el que ha transitado este autor. «Hay una voz que parte de la emoción de mis primeros libros, que ha ido evolucionando, que luego se puso a tono con la poesía de los novísimos, que comencé a escribir en París, en el 68 y después en Italia con Sepulcro en Tarquinia y que luego culmina con la fusión del pensamiento y el sentimiento, con una poesía más meditativa que me persigue hasta hoy», asegura.
Las calles de León, Salamanca, Córdoba, Italia, Ibiza, donde vivió más de 20 años, son el nutriente formal de este poeta cuyos temas centrales son la naturaleza, la mujer; el amor en sus diferentes gamas y como reflejo de la realidad, y el Mediterráneo en diálogo con el paisaje árido, frío y seco de sus tierras leonesas. También las huellas de Juan Ramón Jiménez o Aleixandre están presentes.
