Ucrania se ve ante una nueva fase, sobre todo en lo que respecta al suministro de gas. Rusia aseguró que lo cortará el lunes 2 de junio en caso de no recibir los pagos exigidos. Como la nación es, además, el principal territorio de paso para el gas ruso rumbo a la UE, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, urgió ayer los dirigentes de Kiev a saldar cualquier deuda.
Desde Moscú proponen todo tipo de soluciones: si el país no puede pagar, que lo haga la Unión Europea, sugirió esta semana el ministro de Energía ruso, Alexander Novak, quien no ahorró acusaciones: al fin de cuentas, Occidente es responsable del conflicto ucraniano que estalló, asegura
Moscú, que a partir de la semana próxima solo quiere suministrar gas a cambio de pagos por adelantado, sugiere que los miles de millones enviados recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en concepto de crédito sean redirigidos directamente a las cuentas de Gazprom.
El presidente Putin sentenció: «No es normal que las cuentas no se paguen. ¿Cuánto más tenemos que esperar?».
Ahora se espera que Petro Poroshenko ponga orden a la situación, pero el jefe del Kremlin ve al mandatario electo más bien como una «figura de transición».
La alternativa a la dependencia con Moscú podría pasar por España, que sería capaz de aportar hasta el 12 por ciento del gas que actualmente llega a Europa procedente de Rusia, si bien es necesaria la construcción de una nueva interconexión con Francia a través de Cataluña y dos enlaces por el País Vasco y el Pirineo navarro.
El proyecto, conocido como Midcat, se encuentra ya en la planificación comunitaria, pero «difícilmente podrá estar hasta dentro de cuatro o cinco años».