Es difícil asumir que ciertos eventos deportivos tradicionales y populares sucumban este nefasto año por la irrupción de la pandemia. Me estoy refiriendo a dos muy queridos por toda la población segoviana: la Carrera del Pavo del día de Navidad y la San Silvestre Segoviana en la noche de fin de año.
Este 2020 ¡cuidado que parecía bonito el condenado cuando brindábamos por él después de tomar las uvas! nos ha salido rana y trastocado todos los proyectos que habíamos pensado. Estoy seguro que, de no haber aparecido el bicho, muchos de los participantes de la original carrera de bicicletas sin cadena -única en todo el mundo- estarían ya lubricando los ejes de las ruedas y entrenando la subida en la calle Real, a altas horas de la noche, cuando el resto de los mortales ya estamos acostados; pero no, este año no les dejan.
Igual acontece con la multitudinaria carrera de San Silvestre: veríamos a muchos atletas poniéndose en forma por los valles del Eresma y el Clamores o en las calles de la ciudad. Algunos para intentar hacer una mejor marca que la del año pasado, otros para rebajar barriga y poder subir la cuesta de San Juan; y otros, simplemente para ir con su comparsa de amigos, preparando el disfraz que les sirva para mantener la alegría en el último día del año.
Estos 25 y 31 de diciembre nos privaremos de disfrutar con ellos; pero, permítanme una petición que me gustaría compartir con todos ustedes: tales días mantengan la imagen de una bandera de color verde en la que se pueda leer ‘esperanza’. ¡El próximo año 2021 va a ser mucho mejor!
