Casi dos siglos de historia tiene a sus espaldas la Policía Nacional. 192 años al servicio de los ciudadanos desde que, en 1894, el rey Fernando VII dictase la Real Cédula en la que se creaba la Policía General de Reino, que desde entonces tiene un carácter nítidamente urbano.
Aqueda Cédula ya marcaba la doble función que hoy tiene la policía moderna. Por una parte, establece que debe velar por el libre ejercicio de los derechos ciudadanos persiguiendo a aquellos que los vulneran y poniéndolos en manos de la Justicia “en el plazo de ocho días, lo más tarde”, según cita el Artículo XVI. Y, por otra parte, configura la otra gran función de la Policía en relación a la prestación del servicio público de seguridad “garantizando el bien y la seguridad pública”.
Estas funciones que cumple hoy en día la Policía Nacional fueron destacadas en el acto central del 192 aniversario del Cuerpo, tanto por la subdelegada del Gobierno, Pilar Sanz, como por el comisario jefe de Segovia, Jesús Herranz Yubero, acto al que asistieron tanto los agentes de la Policía Nacional de Segovia como representantes de otras instituciones públicas, de otros cuerpos de seguridad y de la sociedad civil.
También estaban presentes los protagonistas de la jornada, aquellos policías que fueron reconocidos con diversos diplomas acreditativos, en atención a la “dedicación, lealtad e integridad en el servicio policial”, tal y como destacó la subdelegada del Gobierno, profesionales que llevan toda una vida dedicada al Cuerpo y que, en palabras de Sanz, “habéis visto cómo, con el paso del tiempo y la historia más reciente de nuestro país, ha cambiado la sociedad a la que servís, la forma de trabajar, los medios que habéis utilizado, las estrategias empleadas, los compañeros, la organización del Cuerpo…”.
A ellos, los que celebran 35, 30, 25 y 20 años en la Policía Nacional y los que se acaban de jubilar —a quienes se entregó un diploma—les agradeció su labor “porque os habéis esforzado cada día, cada año, por aprender e implantar las novedades que requerían los nuevos tiempos, trabajando duro, siempre en una profesión, a veces, incomprendida por algunos y, la mayor parte de ellas, bien valorada por la mayoría”.
La comisaría de Segovia quiso rendir también un sentido homenaje a los agentes fallecidos en acto de servicio y, para que estén siempre en la memoria colectiva, se instaló un monolito en la entrada de la misma. En el recuerdo, especialmente, los cuatro policías segovianos asesinados por los terroristas, cuyos nombres ilustran una placa adosada en el monolito.
Se trata del inspector Jesús María González Ituero, natural de Madrona, secuestrado y maltratado durante casi un año y, finalmente, asesinado por ETA en el sur de Francia en 1976 con solo 26 años de edad; el policía segoviano Emilio López de la Peña, asesinado el 28 de julio de 1979 en Bilbao por los etarras, quienes le dispararon desde un coche y acabaron con su vida cuando tenía 30 años y estaba a punto de contraer matrimonio; el inspector Moisés Cosme Herrero Luengo, también tenía 30 años y fue asesinado en 1985 delante de su hijo de apenas tres, era natural de Martín Miguel y dejó viuda y dos hijos pequeños; y el policía Esteban del Amo Castillo, quien murió a los 34 años, en 1995, también casado y con dos hijas pequeñas, desactivando una bomba trampa.
