La Arandina llegó al Real Sitio como un animal herido y acorralado, pero mordió en cuanto la presa se puso a su alcance. Que el cuadro burgalés, un fijo de los ‘play off’ de, llegase a diciembre por detrás de La Granja en la clasificación habla de lo frustrante de su temporada y de los méritos de los segovianos. Ayer, en el encuentro aplazado de la primera jornada por los positivos de Covid, la Arandina se puso el traje de equipo grande, con pegada. Los pupilos de Ricardo de Andrés, que venían de ganar el sábado, se vieron superados por primera vez en su casa en una estampa tan bella como gélida: plato único de temperaturas bajas con guarnición de granizo. Y La Granja se heló.
Las circunstancias meteorológicas y el césped, en buen estado para lo previsto, aconsejaba librar la batalla en el ámbito aéreo. Si el fútbol es un deporte de áreas, en una tarde gélida como la de ayer esa ley era innegociable. En esas, la clave era reducir el tráfico en el espacio aéreo propio y lanzar a las huestes al bombardeo ajeno. No era solo cuestión de acierto, sino de volumen de ocasiones: cuantos más compromisos para la defensa rival, mayores son las opciones de fallo.
En esas, la Arandina tenía las cartas marcadas. Primero, porque su capitán, Zazu, es un excelso asistente, todo un metrónomo de centros amenazantes. Segundo, porque si el cuadro burgalés tenía un gran emisor tampoco le faltaron receptores, con el punta Edgar como eje y hombres de gran peligro en su defensa. Así las cosas, era razón de supervivencia para La Granja limitar las faltas cerca del área y los córners. No lo consiguió.
Poco después de que Alberto viera la primera amarilla de la tarde por una entrada tardía, David Arranz se lanzaba al suelo: el árbitro entendió que lo hacía de forma no reglamentaria, por más que el lateral se marchara al descanso reivindicando que su acción no era falta. Zazu puso un envío al corazón del área con tanto veneno que no hizo falta que ningún compañero rematara para estrenar el marcador. La defensa granjeña no acertó a despejar y Lorenzo hizo la estatua mientras el balón desvirgaba su red.
Reaccionó La Granja, que dispuso acto seguido de tres córners consecutivos, todos ellos bien repelidos por la defensa de la Arandina. Los locales solo podían aspirar al área rival en alguna falta lateral como la que sirvió con peligro Dani Lázaro, sin rematador. El conjunto de Ricardo lamentaba que sus intentos de transición, cortados con falta por el cuadro burgalés, no florecieran. Dani embolsó bien un par de balones, pero no consiguió asistir la carrera de sus extremos.
La Arandina fue estrechando el espacio vital de los granjeños, como una pared de clavos que se acerca irremediablemente al otro extremo de la sala. La Arandina gusta de una presión alta, gran idea en un campo como el segoviano. No podía respirar el cuadro de Ricardo, que pedía más salida de balón a sus pupilos: “Sacarlo como sea”. Hamza tuvo en sus pies uno de los escasos intentos de contra de los granjeños, pero no dio el pase a tiempo y llegó un rival a chafarle. Su técnico se lamentaba: “Hay que estar más vivos”.
Un golpe letal
Justo después del encendido de luces, que alumbraron la bucólica escena del campo granjeño pasadas las cuatro y media de la tarde, llegaría el punto y aparte de la Arandina. Hasta entonces, su técnico, Álex Izquierdo, temía las consecuencias de alguna jugada aislada y se quejaba ante una falta en la frontal: “No era necesario”. Era la excepción, pues empezaban a acumularse los córners en área granjeña: a más oportunidades, más riesgo. En esas, Zazu puso un envío tenso al primer palo y Álex Díez cabeceó al fondo de las mallas.
La factura al descanso pudo ser aún mayor. Edgar pasó de amagar con el cambio por su evidente cojera a relamerse con la opción de marcar el 0-3. Zazu recogió un envío pasado por el costado izquierdo, se la acomodó y sirvió otro envío tenso al primer palo para que su delantero remachara de primeras, sin suerte. Pero fue un alivio temporal; el 0-2 con el que el partido se marchó al descanso apenar duró 90 segundos más. El tiempo que tardó Edgar en acomodarse el esférico dentro del área y golpear un centro chut para que Iván Martínez se limitara a poner el cuerpo para embocar la pelota a puerta vacía, con Lorenzo ya vencido.
Mejoró La Granja con todo perdido. Tuvo por primera vez en el partido cierto dominio posicional y se plantó en ciertos momentos en campo rival. El portero de la Arandina, Maxi, hizo su aparición en el encuentro repeliendo un misil poco angulado de Dani. Maniobrar cerca del área rival incentivó la creatividad de los locales, que amagaron con el gol en un culebreo de Gabi y, sobre todo, en un testarazo de Hamza que Maxi desvió con una meritoria palomita. El meta se ha hecho con el sitio en la Arandina después de que Curro encajara cinco goles en La Albuera ante la Segoviana y no le faltó valentía para meter con cierto riesgo la pierna y desviar un balón en profundidad que buscaba a Dani.
Las transiciones de la Arandina no estaban exentas de peligro. Barbudo cortó lo que era un dos contra uno de los burgaleses ante Lorenzo. Pese a su clasificación, la dinamita se presupone en un equipo con ese cartel y Sagués estuvo por dos veces cerca de anotar el cuarto; su primer tiro se estrelló en el palo y el segundo lo detuvo Loren, atento para cazar también el rechace. Pese a sus esfuerzos, no hubo remontada. El marcador local se quedó congelado por primera vez este curso.
