España es un país netamente deficitario en la producción de leche, con una demanda en conjunto de más de nueve millones de toneladas frente a una producción de solo seis. Esta situación hace que las importaciones anuales se sitúen en casi cuatro millones, la mayor parte procedentes de Francia, seguidas de otros países al norte de los Pirineos y también desde Portugal.
Galos y lusos son, pues, los productores, las industrias y hasta la gran distribución que marcan los precios a la baja de dicho líquido en el mercado nacional con las ventas masivas de excedentes.
Esta es una vieja situación que ya se produce desde hace algunos años. La novedad, en este momento, es que los precios más bajos pagados en origen en el país los marcan también dos grupos casualmente de nacionalidad francesa y portuguesa: Lactalis (Lauki, Prado, Puleva o Forlasa) y Lactogal (Celta), según un estudio sobre las facturas emitidas elaborado la organización agraria UPA.
Lactalis, la multinacional gala, es, actualmente, la empresa más importante en el sector lácteo en España con una recogida en el conjunto de la firma de un millón de toneladas. Es la que practica en el territorio nacional los costes más bajos en la compra de la leche en origen, con una media de 0,304 euros litro en Galicia, y de 0,302 en Castilla y León, ó 0,305 en Cantabria.
Cotizaciones modestas
En aras de la objetividad, es preciso señalar que en el seno del mismo grupo, los franceses practican una política de precios diferenciada. Las cotizaciones más modestas corresponden a las compras para Lauki o Prado. Por el contrario, el grupo paga precios más altos cuando se trata de materia prima para Puleva o para la quesera Forlasa, aunque en esos casos la multinacional se amolda a las circunstancias existentes en comunidades autónomas como Cataluña o Andalucía, donde los costes medios son más elevados y es imposible operar por debajo de esas cifras.
En lo que afecta a los portugueses de Lactogal, leche Celta, sus costes no tienen apenas variaciones, sea cual sea la zona donde realicen sus compras con una media de 0,30 euros litro en Galicia, Castilla y León, Cantabria o País Vasco.
En España, a pesar de ser un país deficitario en dicho producto, los importes percibidos por los ganaderos son sensiblemente inferiores a los cobrados por los ganaderos del resto de la Unión Europea, actualmente en una media de 0,34 euros litro, frente a los poco más de 0,325 euros de media percibidos en el campo nacional, que van desde los 0,35/36 euros en Andalucía, a los 0,30 cobrados por muchos ganaderos en Galicia.
De las facturas de cobro analizadas a miles de ganaderos, se pone de manifiesto que los costes medios más caros se pagan en Andalucía, con 0,345 euros litro, una cifra igual en Asturias. En un segundo lugar están Cataluña y Aragón con 0,33 euros litro, 0,32 euros en Castilla y León y en Castilla la Mancha, mientras en última posición está Galicia, con 0,31 euros litro.
Este comportamiento de los costes en cada una de las comunidades autónomas estaría ligado a dos causas: el volumen de oferta y las empresas que operen en la zona. Considerando el volumen de la producción, Galicia ofrece una clara situación excedentaria al tener una producción de 2,26 millones de toneladas, frente a las 796.000 de Castilla y León, las 609.000 de Cataluña o las 199.000 toneladas de Castilla La Mancha.
En la región galaica, los importes más altos corresponden a Danone, Puleva o Pascual con casi 0,32 euros, y los más bajos a Lactalis con 0,30. En Castilla y León, a la cabeza se sitúan Danone y Pascual con 0,33 euros litro y los más bajos, ligeramente por encima de los 0,30 euros, a Lactalis (Lauki) y Celta. Todas las empresas que tienen la necesidad de adquirir leche en Andalucía deben pagar precios altos, aunque esa política no la sigan en otras zonas. En el caso concreto de dicha región, la cooperativa Covap paga el litro a 0,36 euros litro, a 0,35 Puleva y Lactogal (Celta) y a 0,345 Danone.
Para el responsable de ganadería de la organización agraria, Román Santalla, la actuación de estos grupos multinacionales y, sobre todo, en el caso de Lactalis por su fuerte peso en la recogida en el sector español, es que acaben imponiendo su política de precios a la baja en contra de lo que no hacen, porque no pueden llegar a conseguirlo en Francia.
Dos tipos de empresa
En el sector lácteo en España han existido tradicionalmente dos tipos de grupos o empresas. Las que han tenido una cierta tendencia a tener un contacto más directo con los ganaderos y pagar por encima de los precios medios, y otras cuyo principal objetivo ha sido siempre pagar lo menos posible por la leche, sin más exigencias en calidad. En el primer apartado, al margen de las posiciones en este escenario de cooperativas como la andaluza Covap, Central Lechera Asturiana o Iparlat, por citar las más importantes, se hallarían firmas como Danone, Nestlé, la anterior Puleva o Pascual. En el segundo, estarían otras empresas o marcas como Celta, Rio, Entrepinares, La Vaquita o Polesa.
La existencia de dos políticas a la hora de adquirir el líquido en origen, al final se traduce en diferencias entre las empresas a la hora de tener una posición competitiva en los mercados, sobre todo, cuando se trata de elaborar la marca blanca o de la distribución que ya supera el 80% del mercado. La consecuencia directa es que las sociedades que han tenido una mayor tradición en pagar la leche a un mejor precio, no puedan competir con quienes la adquieren más barata y que todos se sumen a un mercado de importes a la baja.
Para Santalla, se trata de un escenario que se está viendo con los brazos cruzados desde la propia Administración central, así como de las comunidades autónomas y cuyos efectos se pueden traducir en unos mayores abandonos de explotaciones y caída de las cabañas ganaderas, que son quienes mantienen verde el medio rural.
No se explica que una multinacional de la importancia de Lactalis tenga vía libre para operar en el sector lácteo en España tirando los precios, sin que desde la Administración se le de un aviso.
Hoy, no se ve que el Gobierno italiano de luz verde a Lactalis para la compra de Parmalat y que el grupo francés hundiera el mercado italiano.
